Menorca talayótica: paseo por la Prehistoria (II)
Seguimos paseando por la Menorca Talayótica, adentrándonos en los lugares más emblemáticos que nos revelan la riqueza histórica de la isla. Visitamos algunos de los yacimientos más importantes, como la Naveta de Es Tudons, el Poblat Talaiòtic de Torretrencada o la Necrópolis de Cala Morell para conocer las diferentes tipologías arquitectónicas de los menorquines del pasado.
Naveta de Es Tudons (1.000-800 a.C)
Esta naveta talayótica fue excavada y restaurada a finales de los años cincuenta del siglo XX por un equipo dirigido por María Luisa Serra y Dr. Lluis Pericot. Fue gracias a una ayuda económica de la Fundación March, sin la cual no se habrían iniciado los trabajos de excavación.
Cuentan los carteles de la naveta que, al principio, el panorama era desolador. El ábside estaba colapsado y con un enorme agujero; las losas de la cubierta habían caído al interior, donde también estaba sepultada la cámara inferior, el acceso por la perta era impracticable y, para más inri, los matojos crecían por todo el monumento.
Gracias a la labor de restauración, el ábside se recompuso en su totalidad. Algunos muros fueron reforzados en su estructura con hormigón y se recuperó el aspecto original de la naveta.
Recordemos que las navetas son tumbas de enterramiento colectivo, donde se depositaban los cuerpos de personas de todos los sexos y edades. Cuando el difunto moría, se le envolvía en una piel de buey o un sudario de tela, sujetado por cuerdas trenzadas. Se le introducía en el interior de la cámara, y se le depositaba aproximadamente en el centro de la naveta.
En ese momento, los huesos del resto de fallecidos se reordenaban y colocaban junto a las paredes, formando agrupaciones en filas. Los huesos largos se juntaban en pequeños grupos.
Muy posiblemente, la cámara estaba iluminada con lámparas de grasa y una mecha para poder realizar el ritual con algo de luz.
También se han encontrado en las cámaras huesos de ratones, y la teoría más aceptada es que se tratan de egagrópilas. Esto es, lo que regurgitan las lechuzas y los búhos al comer, así que podemos suponer que hicieron de las navetas su morada diurna.
¿Por qué la naveta de Es Tudons es icónica?
Esta naveta es la más importante de todo el territorio insular, ya que es un arte partícipe de una leyenda local muy querida. La naveta talayótica forma parte del imaginario popular al ser protagonista de una historia muy conocida entre los menorquines: la leyenda de la competición de los dos gigantes.
Pero, más allá de la leyenda, lo cierto es que esta construcción fue la primera en ser descubierta, y no hay un libro de historia prehistórica desde el estudio de Joan Ramis i Ramis que no la cite.
Poblat Talaiòtic de Torretrencada
Este poblado talayótico es un lugar a descubrir.
El origen de los poblados en general se sitúa hace tres mil años aproximadamente, durante el Talayótico Final (1200-500 a.C). Es el momento de máxima ocupación y expansión de las comunidades menorquinas. Sin embargo, posteriormente fueron reutilizadas por los romanos y árabes (I a.C- XIII). El abandono definitivo se produjo durante la Edad Media.
El yacimiento de Torretrencada es un buen ejemplo de gran poblado talayótico, donde se encuentran algunas de las construcciones más representativas de la Menorca Prehistórica.
A lo largo del recorrido, que dura aproximadamente media hora, nos encontramos con varios elementos interesantes. Una taula completa y parte de su recinto, un talayot o torre con grandes bloques de piedra, dos salas hipóstilas para las necesidades domésticas y cuevas excavadas en la roca con fines funerarios.
Todo ello, por supuesto, rodeado de la vegetación que configura el típico paisaje menorquín.
Necrópolis de Cala Morell
Esta necrópolis atestigua los últimos siglos de la cultura menorquina, cuando enterraban a sus muertos en grandes cementerios hipogeos.
Las cuevas se excavaban en la roca, aprovechando los acantilados o barrancos de la costa. También en los afloramientos rocosos próximos.
La necrópolis de Cala Morell es una agrupación de quince hipogeos, la mayoría de planta circular, y algunos con plantas más complejas.
Eran tumbas colectivas donde se colocaban los cuerpos sobre camas de madera o dentro de un ataúd acompañado de un ajuar funerario. En algunas ocasiones, se depositaba al difunto sobre una pira, incluido el ajuar, poniéndole trozos de piedra calcárea encima que se convertía en cal viva. Tras la combustión, la cal se solidificaba y enfriaba y se recogían los restos para depositarse dentro de las cuevas.
No se puede afirmar que hubiera una diferenciación social entre los difuntos, aunque sí se han hallado ajuares más ricos que otros.
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