La Gestión Cultural, una profesión invisible
Cada vez hay una mayor demanda de gestores y gestoras culturales en el ámbito de la cultura. Sin embargo, se trata de una profesión algo ambigua, ya que no es fácil definir qué se estudia para ser un gestor cultural y cuáles son sus competencias concretas.
Para ello, un buen gestor o gestora realizan operaciones que anticipen, eviten o resuelvan conflictos entorno a un proyecto cultural.
Entre las competencias se incluyen conocimientos de marketing (tradicional y digital) y habilidades de comunicación, negociación y mediación cultural. También (y casi por encima de todo lo demás) tiene que ser un individuo capaz de lidiar con los imprevistos.
Pero como en casi todo el aprendizaje académico, a gestionar se aprende realmente cuando ya estamos en plena acción, en el meollo de un proyecto cultural, ocupando ese espacio de intermediación.
Es una profesión en toda regla, y ya son muchos los perfiles que se autodefinen como «Gestor/gestora cultural» en las Redes Sociales de cara al mercado laboral.
Sin embargo, el aumento de las nuevas tecnologías y el incremento de la demanda on-line ponen en jaque constante al gestor cultural, ya que tiene que renovarse constantemente e integrar conocimientos de diseño, edición de imagen y texto, copywriting, marketing, etc.
Y a todo ello, como colofón, hay que sumarle una buena dosis de pasión, ya que si no nos gusta nuestro trabajo, la gestión cultural puede convertirse en un trabajo abrumador.
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