Crítica de las leyes del Patrimonio Cultural: el caso Palmira
¿Son las actuales leyes sobre Patrimonio Cultural útiles y universales o presentan algunos conflictos sobre los que merezca la pena reflexionar? Planteamos esta pregunta desde una perspectiva occidental, y ciertamente europeísta, para debatir sobre la ciudad de Palmira, uno de los lugares más conflictivos del mundo oriental.
Palmira, la joya grecorromana de Siria
Palmira es actualmente un enclave ruinoso situado en Siria, Oriente Próximo. Su nombre se traduce como «la ciudad de los árboles del dátil». Como ciudad guarda una larga historia que se remonta a la época del Imperio de Palmira, un efímero estado escindido del Imperio Romano tras la sublevación de la reina Zenobia.
Actualmente está dominado por el ISIS, principal actor de su destrucción. Decimos principal, pero no único, porque creemos que todos somos responsables del grado de abandono en el que está este conjunto.
En perspectiva cultural, Palmira está alejada de nuestra concepción occidental sobre la protección y conservación de monumentos. Y es posible que solo se le haya empezado a dar verdadera voz y reconocimiento cuando el 80% de sus restos han desaparecido fruto del abandono. Un desamparo que le ha llevado a ser “presa” del llamado terrorismo islámico, con la consiguiente pérdida para el patrimonio universal.
Estragos en el turismo
Influenciado por la guerra civil en el país, la demanda turística cayó por completo, de modo que las leyes de protección del patrimonio cultural (y del mundo) también flaquearon.
Las pocas herramientas de salvaguarda del patrimonio que aún quedan en Palmira son escasas, sumado a una economía pobre y equidistante en asuntos más económicos y sociales que patrimoniales y artísticos.
De esta forma, se ha dejado de lado el turismo europeo que tanta riqueza les ha proporcionado durante los años, ya que prácticamente se da por perdido la totalidad de Palmira.
Evidentemente no está todo perdido, ya que, aunque sean restos de las bombas, hay que protegerlas para que no puedan volver a destruirse o expoliarse aprovechando la ausencia de vigilancia en la zona.
El fallido papel de la UNESCO en el conflicto
Según el Trabajo fin de Grado de la Universidad de Sevilla presentado por María Regla Estrada, titulado La destrucción intencional de patrimonio histórico-artístico: el caso de Palmira, cuando la UNESCO la nombró Patrimonio de la Humanidad, fue la propia organización la que proporcionó varias estrategias en cuanto a conservación, protección y planes de restauración.
¿Pero, dónde se quedó todo ello el fatídico 2015 cuando Palmira voló por los aires?
Entendemos que la UNESCO no tenía por qué intervenir en un conflicto armado ligado a ideales político-religiosos de mandatarios sirios. Pero aun así, podría haber sido capaz de enviar grupos de protección para establecer medidas de seguridad en el entorno.
Los diferentes textos y documentos sobre los que se apoya la UNESCO, como la Convención de La Haya del 54 o la Carta de Atenas de 1931, demuestra que hubo una total descoordinación entre las diferentes naciones miembro y dicha Institución. Solamente quedó reflejado en la teoría lo que al final no se llevó a la práctica.
Es decir, esa supuesta coordinación entre Estados y Patrimonio se quedó en precisamente eso, en supuestos.
La eficacia legislativa puesta en jaque
Lanzamos otra pregunta al aire, ¿Cómo son de prácticas son estas leyes en territorio occidental, sumado a catástrofes sociales como son la guerra?
La respuesta está relacionada con la afirmación con la que empezamos este escrito: la mayor parte de la centralización patrimonialista se dispara en Europa y América del Norte. Esto quizá es debido a los intereses capitalistas, o simplemente por la supremacía cultural de sus antepasados. Antepasados que, sin embargo, coinciden con la mayor parte de Patrimonio destruido en Palmira, ya que recordemos que era una ciudad romana y este pueblo dominó toda Europa durante siglos.
Desgraciadamente, recuperar aquellos restos es una tare acompleja. Hay que tener en cuenta que todavía hoy en día continúa la tensión político-social en la zona, por lo que sería difícil realizar labores de recuperación y consolidación con lo que quede.
No obstante, siempre existirá la posibilidad de construir un Centro de Interpretación. En él, el visitante pueda imaginar, lo más realista y respetuoso posible, cómo fue y cómo pudo haber seguido siendo la ciudad de Palmira.
Conclusiones
La lucha contra la destrucción del patrimonio histórico-artístico de una cultura o sociedad milenaria es prioritaria y nos hace reflexionar también sobre la fuerza que tienen todos estos tratados expuestos por la UNESCO y los diferentes países miembros.
Pensemos que desde la Convención de La Haya del 54 ha pasado ya 67 años. Un tiempo más que de sobra para dar lugar a propuestas y métodos de actuación más modernos y eficaces. Por tanto, deberíamos facilitar una nueva y renovada cooperación entre todos los estados para evitar situaciones como ésta.
La única esperanza que nos queda es que, sobre la Conferencia Internacional de Protección del Patrimonio Cultural en Zonas de Conflicto celebrada en Abu Dabi en 2016, se confieran nuevas medidas para su salvaguardia a medio y largo plazo, evitando así situaciones como la que ha puesto a la UNESCO en el punto de mira crítico por parte de todos los profesionales e Instituciones dedicados a la cultura y al arte.
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