Rituales de la Yakuza japonesa
Al igual que las religiones necesitan de los ritos para codificar su liturgia y estructurar su relación con la divinidad, los colectivos humanos echan mano de actos simbólicos para reafirmar su identidad. Este es el caso de la Yakuza japonesa, una forma de crimen organizado mistificado en occidente.
Ritos iniciáticos
Miguel Arán sitúa en su libro Crónicas Yakuza el ritual del sakazuki-goto como el más importante y extendido de los ritos iniciáticos.
El sakazuki-goto consiste en una ceremonia al estilo de los naorai (banquetes) sintoístas donde se bebe sake, en una copa que se pasan los participantes, simbolizando un pacto de confianza mutua entre los individuos.
Todos los ritos yakuza están fuertemente jerarquizados, y el sakazuki-goto no es una excepción: el testigo le sirve primero la copa al oyabun (padre adoptivo y jefe del clan) y este se la pasa después al kobun (hijo adoptivo), quien, tras beber de la copa, la envuelve en papel ornamentado y la conserva de por vida.
La ceremonia suele realizarse frente a un altar sintoísta construido específicamente para el ritual, en una habitación que ha sido purificada previamente y donde se han dispuesto imágenes de kami con los que la yakuza simpatiza, como el kami de la guerra Hachiman o el kami solar Amaterasu-o-mikami.
Ritos de perdón
Otro de los ritos más estandarizados que señala el libro es el rito del yubitsume, que significa literalmente «acortamiento de dedo».
Es uno de los ritos más reproducidos en la cultura popular, especialmente en el cine y los videojuegos sobre la yakuza, y consiste en la amputación voluntaria de una falange para entregarla al oyabun en señal de arrepentimiento.
Tal y como explica Arán, el yubitsume tiene una fuerte razón de ser, ya que en el arte marcial del kendo, los dedos pulgar, meñique y anular son los que asen la parte de abajo de la espada. Al cortar una falange de estos dedos, se ejerce una fuerza menor en la empuñadura, lo que supone una privación simbólica del poder individual y mayor dependencia del clan.
Comités de bienvenida
Una de las costumbres menos conocidas es la del demukai, consistente en un comité de bienvenida o recepción de un ex presidiario a las puertas de la cárcel.
La imagen típica consiste en una guarda de coches de alta gama estadounidenses de color negro alineados jerárquicamente y conteniendo hasta centenares de individuos en el interior. Cuando el ex convicto pisa la calle, los miembros de la comitiva lo saludan tomándose su tiempo para después escoltarlo hasta su destino, donde normalmente le espera un banquete honorífico.
La intención de la yakuza aquí es doble: por un lado, se explicita la lealtad y el compromiso entre los miembros del clan; por el otro, es todo un despliegue de poder de puertas hacia fuera.
Dicho despliegue de medios es habitual también en el festival del Sanja Matsuri, que tiene lugar en el santuario de Asakusa (Tokio) donde los yakuza muestran abierta y legalmente sus tatuajes en público.
Con todo, es un ritual que actualmente ha caído en desuso, ya que lo que prima por encima de todo es la discreción y la dilución de la yakuza en los ámbitos institucionales.
Tatuajes
Si hay un aspecto llamativo de la yakuza es el de los tatuajes. Símbolos e imágenes que habitualmente cubren los brazos, piernas, torso y nalgas de los integrantes.
El origen del tatuaje en Japón corresponde al período Yayoi (300 a.C-250 d.C), célebre por la ingente cantidad de producción cerámica. En esta época, el tatuaje era un símbolo religioso y un indicador del estatus social de la persona, llegando incluso a aparecer en las pieles de los emperadores durante el siglo V.
Sin embargo, con el tiempo se convirtió en una práctica aplicada a los criminales (hanamimisogi) para manchar su reputación de por vida, a modo de castigo por delitos leves como el fraude, la extorsión y el exhibicionismo. A raíz de ello, los delincuentes comenzaron a incorporar imágenes mitológicas y tradicionales en los diseños en un intento de revertir la vergonzosa situación.
Durante el periodo Edo (1603-1868) y hasta la Restauración Meiji, el tatuaje se convirtió en un arte de pleno derecho, siendo relativamente conocido entre las clases pudientes, hasta que en 1842 el emperador Mutshuhito (Meiji Tenno) prohibió definitivamente su práctica hasta el pasado año 2020.
La simbología mitológica de los tatuajes no solo era una forma de revertir el castigo social impuesto, sino también una manera de obtener protección espiritual y sentido de pertenencia al grupo a través del doloroso y tradicional proceso del irezumi (tatuaje penal).
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