Mujeres artistas en el Renacimiento
La producción artística femenina data de tiempos ancestrales. Sin embargo, las mujeres han sido excluidas, ignoradas y prácticamente borradas del relato tradicional de la historia del arte. Algunas iniciaron transformaciones importantes en su intento de lograr la igualdad con los artistas masculinos, e hicieron notables aportaciones en los movimientos artísticos dominados por los mismos. Así lo defiende en Breve historia de las mujeres artistas la historiadora Susie Hodge, gracias a la cual rescataremos en esta sección un buen puñado de ejemplos desde el Renacimiento hasta la actualidad.
Mujeres en el Renacimiento
El Renacimiento fue un movimiento cultural iniciado a finales del siglo XIII en la Literatura. Se desarrolló fundamentalmente entre los siglos XIV y XVI en Europa teniendo como foco artístico Italia.
Durante esta época se produjeron en Europa profundos cambios culturales. Todo ocurrió a raíz del descubrimiento de los nuevos continentes, la imprenta de Gutenberg, la expansión del comercio, la introducción de ideas clásicas a través de los estudiosos bizantinos que emigraron tras la caída de Constantinopla a Italia, etc.
La educación de las mujeres ganó una mayor aceptación gracias al trabajo ideológico y literario de obras como El cortesano de Castiglione, De Mulieribus Claris (De las ilustres mujeres) de Boccaccio (1313-1375) o los volúmenes El libro de la Ciudad de las Damas y El tesoro de la Ciudad de las Damas de Christine de Pizan (1364-1430). Sin embargo, no podemos decir que las mujeres tuvieran libertad para aprender y desarrollarse en el mundo del arte. A las mujeres artistas se les prohibieron actividades como el estudio de la anatomía y no había muchos talleres dispuestos a aceptarlas. Por tanto, la mayoría de mujeres artistas de esta época, o bien pertenecieron a alguna orden religiosa, o bien fueron familiares de artistas, quienes las educaron.
Ejemplos de artistas
Entre las artistas del Renacimiento más famosas, cabe destacar a Sofonisba Anguissola, Fede Galizia, Properzia de’Rossi, Catharina van Hemessen, Caterina de’Vigri y Lavinia Fontana.
Sofonisba Anguissola
Aunque en el Renacimiento se consideraba “poco femeninas” a las mujeres que ejercían de pintoras, Sofonisba Anguissola (1535-1626) superó cualquier tipo de limitación social. Se convirtió en una excelente retratista de Felipe II, ni más ni menos.
En 1557 su padre escribió al mismísimo Miguel Ángel para mostrarle el agradecimiento que sentían por el afecto que el manierista manifestó hacia Sofonisba, quien estudió con Bernardino Campi y Bernardino Gatti y acabó convirtiéndose en dama de compañía de la reina de España.
En este autorretrato, Sofonisba se presenta pintando a la Virgen María de forma virtuosa. Anguissola nos mira directamente a nosotras, sosteniendo un pincel en la mano y el tiento en otra convirtiéndose de esta forma en sujeto y objeto del cuadro. En pintora y modelo a la vez. Pero la pintora va un paso más allá: basándose en una leyenda que afirma que San Lucas pintó un retrato de la Virgen, Sofonisba sustituye simbólicamente al santo para ocupar un lugar relevante en la historia.
Giorgio Vasari (1511-1574), considerado el primer historiador del arte, en su obra Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos (1550) recoge una mención especial hacia Anguissola: “ha mostrado mayor aplicación y mejor gracia que cualquier otra mujer de nuestro tiempo en sus empeños por dibujar (…) no solo copiando excelentemente de otros, sino por ella misma que ha creado excelentes y muy bellas pinturas”.
Lavinia Fontana
Lavinia Fontana (1552-1614) creció en Bologna, una ciudad de carácter progresista cuya universidad, fundada en 1088, permitía que las mujeres estudiaran y fomentasen su talento artístico y académico. Lavinia completó sus estudios un año antes de crear el Noli me tangere, y quizá se trate de la primera artista femenina que pintara desnudos.
Fue muy apreciada por importantes mecenas de la época (la suya fue más bien un tardo-Renacimiento, manierismo o incluso un primer barroco) gracias a su maestría con el retrato y obras de temática religiosa y mitológica. En el caso del presente cuadro, que se traduce como “no me toques”, Lavinia rescata un tema procedente del Antiguo Testamento del Evangelio de San Juan. La escena alude a Jesús diciéndole estas palabras a María después de su Crucifixión. La mujer se percató entonces de que no estaba ante un jardinero ordinario, sino ante el mismísimo hijo de Dios. Lavinia representa a María como una mujer de la época, arrodillada ante Jesús sosteniendo un refinado recipiente de alabastro donde se guardaría el ungüento con el que limpiaría los pies del resucitado.
Cristo, por su parte, aparece apoyado en una pala, con una túnica y un sombrero de ala ancha mientras trata de consolar a María convenciéndola para que no anhele su ser mundano.
Y tú, ¿podrías citar a más mujeres artistas? ¿Qué otra obra destacarías de Sofonisba o Lavinia?
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