Las 5 mujeres artistas más exitosas de la historia
La exposición temporal de Invitadas del Museo del Prado nos ha recordado que muchas mujeres artistas, a pesar de que alcanzaron el éxito en su momento, han mantenido una posición poco influyente en la posterior Historia del Arte. Y las exposiciones museográficas tampoco han sido una excepción, ya que, más allá de su verdad biográfica, los relatos que se han construido a posteriori las han obviado sistemáticamente. Sin embargo, esta falta de reconocimiento no implica que muchas de esas mujeres hayan sido realmente célebres. Por ello expondremos las 5 mujeres artistas más exitosas de la historia contemporánea.
1. Frida Kahlo (1907-1954)
Empecemos por lo evidente ¿Quién no conoce o ha visto una imagen de Frida Kahlo en el mercado mainstream actual? Catalogada como una artista surrealista, la mexicana se inspiró en los dramáticos avatares de su vida para profundizar en el arte y las posibilidades simbólicas que este nos ofrece.
Frida nos enseñó que no hay mayor fuente de inspiración que una misma. La propia individualidad como sujeto artístico. Y aunque hay quien juzga su egolatría como una cualidad “maníaca” nuestra función hoy aquí no es juzgar el porqué de su éxito, sino la constatación de este.
Es cierto que el elemento más “vendible” de la obra de Frida es, justamente, lo que queda fuera de la obra plástica: su convulsa vida de desamor, enfermedad y sufrimiento. Una vida novelada, como la de muchas mujeres artistas, donde los cuadros son una mera constatación biográfica y donde los autorretratos se han convertido en una suerte de imagen feminista internacional. Pero no se puede adjetivar negativamente a Frida por lo que el capitalismo y los intereses ideológicos han hecho de ella póstumamente, ya que Frida está sobreexplotada. Y eso no quita para reflexionar sobre le hecho de que la artista no construyó su trayectoria artística desde el feminismo militante, por lo que es importante diferenciar el arte creado por mujeres del arte feminista.
Más allá de esto, personalmente creo que Frida sí fue una pintora, por lo menos, aceptable, sobre todo en la última etapa de mayor madurez artística. A pesar de que el mito que gira en torno a su figura construye un personaje artificial y descentra la atención de su obra plástica, tampoco se puede condenar a Frida por exorcizarse a través de la pintura. Ni por mantener un diálogo fluido entre esta y su identidad. Al fin y al cabo, el arte también cumple una función terapéutica que nos invita a expresar lo que sentimos.
2. Marina Abramovic (1946)
Prácticamente desde su nacimiento, la artista serbia Marina Abramovic, reina de la performance, ha dedicado su vida en cuerpo y alma al arte. Lleva explorando, sobre todo a partir de la década de 1970, la relación entre el público y el artista. Pero también se ha sumido, paralelamente, a un examen consciente de sus propios miedos a través de la acción artística.
La obra conceptual de Abramovic está cargada de un importante cariz filosófico que explora los límites de la naturaleza humana. La performer pone su cuerpo como soporte y, en ocasiones, su vida en riesgo para “hacer todas aquellas cosas que al resto le dan miedo”. Desde dejarse apuntar con una pistola cargada hasta exponer su cuerpo al fuego o el abuso de drogas en directo. Proyectos, desde luego, muy efectistas que ha continuado haciendo, por ejemplo, con la cantante Lady Gaga, codo con codo.
Pero no se trata solo de los demás; en cada acción, Abramovic se explora a sí misma, buceando en sus miedos más profundos y confrontándolos de una forma tan sublime como inclemente. Su éxito estalla a partir de 1974 con las instalaciones Ritmo 5, Ritmo 2 y Ritmo 0, aunque otro punto de inflexión en su carrera se produjo en 2010, con La artista está presente que se llevó a cabo en el MoMA.
Actualmente Abramovic sigue gozando de gran popularidad internacional, aunque una parte de la crítica cree que la Marina de la década de los 70 ha ido diluyéndose paulatinamente hasta convertirse en una showwoman carente de trasfondo y al servicio del más puro Hamparte.
3. Louise Bourgeois (1911-2010)
¿Quién no se ha paseado por el exterior del Museo Guggenheim y ha pasado por debajo de la enorme araña de 9 metros de altura? se trata de una de las obras más famosas de la artista francesa Louise Bourgeois, quien creía en el arte como “una garantía de cordura”.
Las arañas siempre han constituido un arquetipo negativo en la mente colectiva: una criatura estratégica, fría y depredadora. Sin embargo, la francesa recupera algunas de sus cualidades más positivas: es una gran tejedora, inteligente, eficaz y protectora. Como las arañas, así describía los puntos fuertes de su propia madre, quien se dedicaba a la restauración de tapices.
Louise Bourgeois también explora temáticas como el peligro, la pasión, la vulnerabilidad y la traición a raíz del fallecimiento de su madre y las relaciones adúlteras que ésta mantenía con su profesora de inglés. Su éxito internacional se produjo a partir de la década de 1960, ejerciendo gran influencia en el arte feminista y el instalacionismo artístico. También formó parte durante un breve tiempo del movimiento surrealista, del cual aprendió la importancia de manifestar la oscuridad y los miedos alojados en el subconsciente.
4. Yayoi Kusama (1929)
El espacio proporciona una infinidad de posibilidades. Los arquitectos y los instalacionistas lo saben muy bien, como Yayoi Kusama, la artista contemporánea más conocida de Japón.
Los espacios infinitos de Yayoi siempre son psicodélicos, siguiendo patrones rítmicos de flores, lunares y colores ácidos y chillones. De la mano de Andy Warhol y Donald Judd, Kusama consiguió lo que hasta entonces pocas mujeres eran capaces: convertirse en una precursora del Arte Pop. Y encima padeciendo una enfermedad mental, la cual ha utilizado como fuente de inspiración inagotable.
Tal y como ella dice: “mi arte es una expresión de mi vida, en particular de mi enfermedad mental” un arte variado, inquieto y electrizante para el espectador. Desde collages, pasando por happenings, performances, esculturas e instalacionismo, la inventiva de Kusama parece no conocer límites.
Fue precisamente el agitado mundo artístico de EE. UU. de la década de los 60 quien la acogió con los brazos abiertos y la apoyó en su efervescente trayectoria. Yayoi Kusama también exploró, como muchas otras mujeres artistas, el autorretrato e incluso el cine, como en La autodestrucción de Kusama, que obtuvo varios premios.
Uno de los recuerdos más vívidos de Yayoi para la Historia del Arte fue su participación en la Bienal de Venencia, donde exhibió 1500 globos de estética metalizada en el Pabellón de Italia. Su intención fue la de criticar la mercantilización y banalización del arte.
Actualmente reside y trabaja en Tokio, donde sigue gozando de gran popularidad, tan infinita como los entornos alucinatorios y eternos de su obra.
5. Natalia Goncharova (1881-1962)
Aunque el último puesto está realmente reñido, el éxito y la fama internacional que alcanzó Natalia Goncharova fue realmente increíble.
Natalia fue una pintora rusa, diseñadora, escritora, ilustradora y escenógrafa que se convirtió en la primera mujer vanguardista en tener una retrospectiva en una galería de Moscú (con tan solo 32 años). Fue descrita como “la sufragista de la pintura rusa” y como una de las primeras artistas mujeres que el mundo del arte se tomó realmente en serio.
Goncharova gozó de particular reconocimiento en su Rusia natal, por su obra futurista y la invención del rayonismo, un movimiento artístico que deconstruía los haces de luz. Fundó asimismo los grupos rayonistas Sota de Diamantes y Cola de Asno y expuso con el grupo El Jinete Azul alcanzando gran notoriedad en el mundo artístico parisino.
Con todo, Goncharova nunca buscó activamente el reconocimiento público, ni fue especialmente ambiciosa en este sentido, por lo que a partir de los años 10 su influencia artística fue desvaneciéndose durante los periodos de las dos guerras mundiales. Posteriormente, fue redescubierta en 1954 en Gran Bretaña, donde tuvo varias exposiciones organizadas. Finalmente, el British Arts Council reconoció su trabajo haciendo una retrospectiva de la pareja de la artista donde también se incluyeron sus diseños escenográficos.
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