Arte y salud mental: la expresión del dolor
A menudo, cuando pensamos en arte, reparamos en los aspectos más amables, como la estética, la grandiosidad técnica o la trascendencia histórica de las imágenes. Sin embargo, el arte puede guardar una relación estrecha con la salud mental y ser una expresión más del dolor. Para hablar del tema, nos basaremos fundamentalmente en el libro «Expresiones de la locura: el arte de los enfermos mentales» del psiquiatra e historiador del arte Hans Prinzhorn.
El «lunático»
Aunque se trata solo de una atribución negativa, la palabra «loco» se suele emplear con una connotación negativa en el marco de la salud mental. El «lunático» es generalmente percibido como una persona inadaptada, inusual e imprudente que excede lo ordinario y carece de equilibrio mental, lo cual genera repercusiones en su entorno y rechazo en el resto de individuos.
Sin embargo, la realidad de las personas que conviven con problemas de salud mental, muchas veces está llena de dolor, soledad y sufrimiento, y es ahí donde entra en juego el papel sanador o, al menos, acompañante del arte.
Arteterapia y salud mental
Ya hemos hablado otras veces en el blog del arte como un lenguaje o vehículo de expresión. Si una persona con ciertas inquietudes y necesidades artísticas recurre al arte como herramienta de comunicación con el exterior, ¿por qué no va a resultar útil también para las personas que padecen problemas de salud mental?
En Las 5 mujeres artistas más exitosas de la historia contemporánea recopilamos, por ejemplo, la vida y obra de Yayoi Kusama, una artista de renombre internacional que padece una enfermedad mental marcada por la paranoia, las alucinaciones y la obsesión-compulsión. Su método estriba en la creación de patrones rítmicos de lunares, flores, ojos, formas geométricas y colores estridentes que revelan un cierto orden en el caos. De hecho, Yayoi Kusama recurre al arte como una forma de terapia extrema, ya que, para ella, se trataría de un «desahogo irreprimible«.
La esquizofrenia en el arte
La esquizofrenia es una enfermedad que produce imágenes artísticas bastante llamativas. Uno de los síntomas que posee la esquizofrenia es la conocida psicosis, que consiste la pérdida de contacto con la realidad y que ha sido achacada tradicionalmente a artistas como Van Gogh tras el supuesto episodio en el que se corta una oreja a sí mismo.
Sin embargo, según un artículo de la BBC, el libro, titulado «En la oreja de Van Gogh: Paul Gauguin y el pacto del silencio» de los académicos alemanes Hans Kaufmann y Rita Wildegans, los autores sostienen en su tesis (rescatando informes policiales) que esta versión oficial posee demasiadas inconsistencias, y que el episodio se podría haber producido de una manera diferente: «los autores examinaron los testimonios de los presentes y la correspondencia de ambos artistas, concluyendo que la pelea terminó cuando Gauguin – un maestro esgrimista – cortó la oreja de su amigo«. A pesar de todo, los investigadores no pueden aportar pruebas ni hacer una conclusión definitiva de su tesis, a pesar de que sus revelaciones coinciden con la gran exposición de Basilea consagrada a revisar la obra de Van Gogh: «Los paisajes de Van Gogh, entre la Tierra y el Cielo», según el ABC.
Por otro lado, el pintor expresionista Edvuard Munch ha sido diagnosticado por diversas fuentes de esquizofrénico, depresivo, neurasténico, psicótico y alcohólico. ¿Cuál fue su verdadero problema mental? No lo podemos asegurar, pero lo que está claro es que «El Grito» es una expresión universal de la angustia profunda y el dolor.
En la REMI (Revista Electrónica de Medicina Intensiva) se rememora el siguiente comentario emitido supuestamente por Munch:
«Estaba caminando por un camino con ambos amigos. Se puso el sol. Sentí un ataque de melancolía. De pronto, el cielo se puso rojo como la sangre. Me detuve y me apoye en una barandilla muerto de cansancio y mire las nubes llameantes que colgaban como sangre, como una espada sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos continuaron caminando. Me quedé allí temblando de miedo y sentí que un grito agudo interminable penetraba la naturaleza»
Pero, por nombrar a otros artistas menos conocidos, podríamos mencionar también a Heinrich Anton Müller (1869-1930), quien inspiró con sus obras al creador del art brut, Jean Dubuffet; al escultor alemán Karl Brendel, caracterizado por producir imágenes de “estilo primitivo”; al pintor alemán August Klotz, especializado en el género del retrato y al pintor Peter Moog, quien expiaba su culpabilidad interna produciendo imaginería religiosa.
Las características más comunes dentro del arte hecho por esquizofrénicos podemos destacar, según Hans Priznshorn:
- Tendencia lúdica: como los niños, el arte presenta rasgos de impulsividad y visceralidad; conecta ideas libres (como el Surrealismo) y es muy fantasioso.
- Horror Vacui: exceso de adorno, culto a la cantidad y la exuberancia
- Orden en el caos: patrones rítmicos, repetitivos, obsesivos
- Libertad: tratamiento libre del entorno, arbitrariedad
- Unidad en forma y contenido: la apariencia de las obras es laxa, pero hay unidad
- Expresividad: trazos y líneas expresivas, combustión espontánea del trazo
- Temática oscura: preferencia por el misterio, lo siniestro y lo oculto. Establecimiento de conexiones mágicas y componente mítico en la producción de figuras mitológicas.
Entartete kunst
Históricamente, el régimen nazi concibió al arte moderno en su conjunto como un arte degenerado, enfermo o entartete kunst.
Como os podéis imaginar, dentro del arte moderno hubo artistas sin problemas mentales que fueron igualmente vilipendiados por el régimen por no cumplir con los cánones estéticos y valores heroicos reclamados por el nazismo. Pero dentro de esta situación general que incluía a vanguardias tan importantes como el Surrealismo, el Dadaísmo o el Expresionismo, podemos situar a las personas con enfermedades mentales como uno de los colectivos más vulnerables.
De hecho, el régimen estuvo marcado por un especial sadismo y crueldad, en el marco del arte, hacia las obras producidas por esos últimos individuos, ya que el nazismo mostró un interés perverso y morboso por el arte producido en los antiguamente llamados «manicomios» (centros de salud mental o psiquiátrica).
Por profundizar en el tema, en la obra de Prinzhorn este señala cómo los nazis, mientras asesinaban a los artistas vanguardistas, cometían los mismos crímenes con los «pacientes/creadores/artistas». Por ejemplo, el intelectual nazi Carl Schneider, creador del programa Eutanasia Aktion T4, se dedicó toda su vida a la colección de los cerebros de estos enfermos solo por la curiosidad perversa de la que os hablábamos antes.
No obstante, con el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, las imágenes de la colección de Schneider cayeron en manos del artista Jean Dubuffet, suministrador de vino de los nazis y anteriormente mencionado precursor del art brut u outsider art. A partir de la década de los años cuarenta, el art brut pasó a encarnar en su conjunto a todas las formas de arte marginales en general, incluyendo la personas que lidian con su salud mental.
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