¿Arte o pornografía?: erotismo, estética e historia
Es inevitable preguntarse qué diferencia cierto arte y la pornografía. Sobre todo, después de que la web PornHub pusiera en marcha su iniciativa Classic Nudes para dar a conocer el arte erótico de varios museos de renombre internacional.
Como imagináis, el debate público estuvo servido. Pero este hecho nos da pie a hablar, a posteriori, de una cuestión que no es menor: ¿Ante qué estamos a veces, ante arte o ante pornografía?
Etimología
Vamos a comenzar una vez más por la etimología de la palabra “pornografía”. Según el blog del Profe Treviño, “Pornografía” proviene del griego pornógrpahos, que significa “autor sobre tratados de prostitución”. La palabra se compone de porné (ramera, prostituta de calle) y gráphein (escribir, dibujar).
Desde sus orígenes, lo pornográfico ha estado ligado a la prostitución, ya que la palabra porné (πόρνη) comparte en su raíz un doble significado: “vender”.
Las prostitutas griegas de baja estofa, las porné, solían ser esclavas que se intercambiaban como bienes de propiedad durante la Antigüedad. En cambio, las prostitutas griegas de “alto vuelo” recibían el nombre de hetaira, y se dedicaban a ser acompañantes, contertulias y artistas.
Antecedentes de la Pornografía
Sabiendo ya la etimología de “Pornográfico”, podemos ir un paso más allá y adentrarnos en la Historia de la Pornografía. Porque la Pornografía no siempre ha estado relacionada con el Cine. De hecho, sus antecedentes inmediatos los encontramos ya en el Paleolítico, con los primeros cultos religiosos y sus consiguientes representaciones materiales en torno al útero y al falo.
La India también tiene una tradición clásica de representar la sexualidad humana. Lo hace a través de escenas matrimoniales y de onanismo, entre otras. Esto se debe al influjo directo del hinduismo, una religión que alberga un texto concreto, el Kama-Sutra, que trata sobre la importancia espiritual de la sexualidad humana.
Erotismo y Estética
Es en Grecia y Roma cuando la Pornografía se convierte en base de la expresión artística, adquiriendo una estrecha relación entre lo erótico y lo estético.
En Grecia, el componente religioso estaba muy presente, ya que en numerosos mitos se hace referencia a la sexualidad divina, la homosexualidad, el transgénero y la intersexualidad. E, incluso, podemos hablar de bestialismo y pederastia. Más adelante, durante el siglo XVI y XVII, con el desarrollo de la imprenta, la producción de grabados y libros de contenido pornográfico se popularizó y extendió en toda Europa.
En el siglo XVIII continúa con el arte erótico del Rococó, con imágenes de factura más estilizada que se centraban en aspectos más emotivos —aunque, paralelamente, la literatura se volvía más violenta y explícita—.
La pornografía actual
Sin embargo, no es hasta la llegada del siglo XIX cuando se definen los parámetros actuales de la Pornografía. Se establecen concretamente durante la Época Victoriana, y está estrechamente ligado a la invención de la fotografía. Este nuevo arte empezó a sustituir a la Literatura y las Bellas Artes para producir un nuevo tipo de imágenes pornográficas.
Aunque la cultura victoriana se definió por su moral recatada y prudente (pensemos en la figura del ángel del hogar que encarnaba la mujer de esta época), paralelamente surgió una cultura marginal salpicada de burdeles, cabarés y tiendas especializadas en distribución de imágenes pornográficas.
Con la llegada del siglo XX, la Pornografía comienza a sufrir diversos debates y enfrentamientos tanto sociales como legales, llegándose incluso a prohibir en EE.UU e Inglaterra.
Podemos poner como ejemplo el famoso Código Hays. Este código establecía a través de férreas regulaciones lo que estaba permitido visionar (o no) dentro del cine. Esta situación se prolongó hasta 1960, cuando el movimiento contracultural de la Revolución Sexual y la subcultura hippie reivindicaba la expresión de la sexualidad abiertamente.
Un hito dentro del cine pornográfico del siglo XX fue el éxito de “Deep Throath” (Garganta Profunda) de 1972, icono de la revolución y del denominando porno chic. Después, sabemos lo que viene: distribución de pornografía en formato DVD, en revistas como la Playboy y la Hustler. Más tarde, llegó el boom de las sexcams y hookups, y recientemente el éxito de ciertos tipos de uso de OnlyFans y redes online de pornografía como Redtube, PornHub o YouPorn.
¿Arte o Pornografía?
Finalmente, toca responder a la cuestión planteada al inicio del artículo: ¿Cuándo estamos ante arte y cuando estamos ante pornografía?
Si entendemos la pornografía como la producción de imágenes de contenido erótico y/o sexual, podemos afirmar que una gran parte de la Historia del Arte está atravesada por lo pornográfico. Estamos ante lo mismo.
No obstante, la etimología nos recuerda que la Pornografía y la Prostitución siempre han mantenido una oscura interrelación. Sin perder de vista que, el fin último de la industria pornográfica del siglo XXI es, sin duda, el económico. Aquí, el foco no está dirigido hacia la educación sexual, la lucha por los derechos de la mujer, la abolición de condiciones de explotación y esclavitud o la violencia y abusos sexuales en la infancia.
Es cierto que el arte y la cultura son conceptos líquidos y fluctuantes, pero la gravedad de la miseria que hay detrás de la producción pornográfica nos obliga a hacer una reflexión.
Reflexión en torno al arte y el porno
Cuando accedemos a una colección de desnudos en un museo, debemos esforzarnos para que sea la mirada histórica, sociológica y científica la que predomine en nosotros.
Las imágenes pornográficas de los museos son un reflejo de lo que hemos ido construyendo como sociedad. Con toda nuestra complejidad y claroscuros. En el mundo del arte se proyecta nuestra idiosincrasia, nuestra moral, los ritos y cosmovisiones. Por ello, es imprescindible no tomar una imagen artística al pie de la letra, sino ponerla en perspectiva. El arte marca una gran diferencia respecto a la pornografía, y es que podemos hacer realmente un ejercicio de reflexión con él. Podemos producir imágenes que no solo se queden en la superficialidad estética, sino que nos hagan sujetos más pensantes y menos consumistas.
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