Mujer joven con abanico: ¿cosificación o representación de personas racializadas?
El Riskjmuseum en Ámsterdam tiene un cuadro cuanto menos curioso llamado Mujer joven con abanico (1906) del pintor holandés Simon Maris. El retrato de una joven con un suntuoso vestido de color azul acompañada de distinguidos elementos. Sin embargo, esta obra nos atrapa por su modelo: una chica negra. ¿Quién era ella? ¿Por qué nos sorprende tanto ver una pintura de una persona negra? ¿Cuántas personas racializadas vemos retratadas en las obras de arte en los museos?
La instrumentalización de los modelos negros
Simon Maris nos muestra a una joven sentada en una silla de acabados dorados y que viste un elegante vestido azul con detalles amarillos. Un sombrero que adorna su cabeza y un abanico que descansa sobre su pecho. En su mano izquierda, posada en el regazo, lleva una pulsera de color plata. Incluso podemos ver su reflejo en el espejo del fondo del cuadro. Una estampa digna de los Bridgerton. Es chocante la paradoja que se produce en nuestro cerebro, estructurado por jerarquías de poder raciales y socioeconómicas, cuando vemos a esta joven negra vestida con los ropajes que bien podrían llevar Lorenza Correa pintada por Goya.
Muchos centros museísticos están repletos de retratos de mujeres y hombres con portes solemnes que miran al frente. Mujeres y hombres blancos, normalmente pertenecientes a clases pudientes que tenían los medios necesarios para encargar a un pintor un retrato. Por otra parte, retratistas como Simon Maris y muchos otros escogían modelos para sus trabajos. Pero, ¿Cuántos de ellos eran personas racializadas?
Diego Velázquez incluyó en algunos de sus trabajos a personas negras, concretamente esclavos. Juan de Pareja (1650) y La cena de Emaús (1618) son algunos de estos ejemplos. A pesar de que con los ojos del presente se podría considerar una representación de las personas racializadas, estos modelos no fueron tratados como personas, sino como objetos. Juan de Pareja fue esclavo del famoso sevillano antes de que este se convirtiera en pintor autodidacta. ¿Hasta qué punto era libre Juan de Pareja de posar para Velázquez si este era esclavista?
Retrato de Juan de Pareja (1650). Diego Velázquez
Por su parte, la persona que aparece en La cena de Emaús es tratada como parte del mobiliario. La narrativa del cuadro gira en torno a las diferentes capas del bodegón, mientras que el motivo que le da título a la obra tiene lugar en la esquina izquierda del cuadro. Un ninguneo al resto de la composición y una instrumentalización de la persona (esclava) que se encuentra en el centro de la obra.
La cena de Emaús (1618). Diego Velázquez.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿por qué Simon Maris escogió una modelo negra para el retrato? ¿Es un retrato al uso o una cosificación de dicha persona por el hecho de ser negra?
¿Quién era Isabella?
Según el artículo From Young Woman with a Fan to Isabella de Lisa Lambrechts, publicado por el propio Riskjmuseum, el nombre de la mujer del cuadro es Isabella. En los archivos familiares de Maris se encontraron varios documentos, como fotografías en las que al pie de foto ponía su nombre. Es más, Maris escribió “Isabella (negress)” en un boceto para un marchante de arte y volvió a hacerlo en una tarjeta junto con la reproducción del cuadro.
Fotografía de Isabella en el estudio de Simon Maris (?). Simon Maris.
Entonces ¿quién es la joven del cuadro? Según los documentos disponibles, se trata de una niña de alrededor de 12 años que se llama Isabella. Sin embargo, al no tener registro de su apellido, se desconoce el resto de su identidad. No podemos saber cuál era su historia, dónde vivía y qué fue de ella. Y es que la omisión del apellido hacia las personas negras que hacían de modelos era una práctica normal en Europa, según Lambrechts. Esta costumbre racista borra de los anales de la historia a personas afrodescendientes que seguramente acabaron en contexto occidental en contra de su voluntad.
Un cambio de nombre
El retrato Mujer joven con abanico no siempre se ha llamado así. Anteriormente, su título era Jovencita negra, pero en 2015 el museo amsterdamés decidió hacer una revisión de las cartelas que tuvieran términos susceptibles de ser despectivos o racistas.
Las palabras que se escogieron antaño para dar título a la obra eran usadas en contextos racistas de esclavitud y colonialismo. Es más, referirse a Isabella, centrándose en su color de piel, la despoja de toda individualidad y la estigmatiza. Por ello, se procedió al cambio de nombre. Seguir denominando el cuadro de Maris con dichos términos en el siglo XXI no hacía más que perpetuar y legitimar la jerarquía colonial.
Mujer joven con abanico o Isabella es un retrato bonito y peculiar. De hecho, tiene diferentes versiones, en las que se le ha aclarado la piel a la modelo. Y a pesar de haber varias Isabellas por el mundo, todavía no sabemos nada de la original. No obstante, con este trabajo, Maris nos aporta, a ojos del presente, una representación racializada idílica, idealizada y, muy seguramente, irreal.
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