Kumari Devi: las diosas vivientes de Nepal
Una Kumari es una niña considerada a temprana edad (dependiendo de las fuentes, entre 2-3 y 6-7 años) una diosa viviente en Nepal. La Kumari es elegida entre varias niñas del pueblo de Newar, una comunidad indígena de origen prehistórico, que se asienta en el valle de Katmandú, para llevar una vida de aislamiento sacro hasta que alcanza la pubertad.
Aunque su vida como diosa es efímera, se dice que la soledad de las Kumari suele prolongarse tristemente a lo largo de los años. El culto hacia estas niñas está respaldado por la religión, pero algunos organismos internacionales lo consideran una forma de violencia contra las niñas.
Etimología
Para el hinduismo y el budismo, la palabra Devī representa la energía femenina de un deva (dios masculino), quien, a su vez, posee la energía masculina (Púrusha). Normalmente, Devī es concebida como la esposa del deva, y representa la fertilidad.
Los Newar
El término “newar” (de origen indo-ario, concretamente del pakritic) y el término “Nepal” (sánscrito) son dos formas fonéticas diferentes para referirse a la misma palabra. Por tanto, “los newar” viene a significar “los habitantes del Nepal”.
Por su origen prehistórico, los newar son una población compleja con divisiones internas con desarrollos históricos diversos, aunque su identidad se ha formado en el citado valle de Katmandú.
Allí practican tanto el hinduismo como el budismo, siendo un 84% por ciento hindúes frente a un 15% de budistas.
El idioma vehicular de los newar es el Nepal Bhasa, que posee algunos dialectos como el Dolakha Newar.
Sus bailes de cariz religiosa son conocidos por realizar danzas sagradas con máscaras donde se interpreta un ritual y una meditación conocida como Chachaa Pyakhan en la plaza del pueblo.
La creencia
La práctica de las Kumari tiene aproximadamente 700 años de antigüedad. Son veneradas por los hindúes y budistas nepalíes, aunque una excepción son los budistas de la región autónoma del Tíbet, quienes, pese a las similitudes culturales y la cercanía geográfica, no siguen este culto.
Tal y como señalan los medios de la BBC y La Vanguardia, se cree que las Kumari son la reencarnación de la diosa Taleju, quien, asimismo, es un avatar de la diosa Durga. Durga encarna el prototipo de la diosa madre, poseedora de la fuerza demenina del universo, y se manifiesta de diversas formas.
El culto a la diosa es habitual entre las prácticas hinduistas, cuya divinidad suele fragmentarse en varias deidades menores que conforman el complejo panteón hindú. En este caso, el panteón estaría formado principalmente por las tres Devís: Párvati (el amor y la espiritualidad), Lakshmí (la riqueza) y Sáraswati (la cultura y el arte).
Cuando la niña alcanza la edad de menstruar o sufre una pérdida considerable de sangre por cualquier otro motivo, los nepalíes creen que la diosa desencarna de su cuerpo y, entonces, la niña, recupera su mundanidad.
¿Qué implica ser una Kumari?
En palabras de Chanira Bajracharya, antigua Kumari, uno de los requisitos más importantes para ser considerada divina es la virginidad, y, por consiguiente, la pureza. Dicha pureza también se transmite por poseer un corazón y alma puros, perceptibles a través de los lachhins, las 32 señales de perfección de la diosa.
La vida de las Kumaris está sujeta a muchas restricciones: no se les permite salir de su casa ni del país (se considera un acto sacrílego); tampoco pueden ser tocadas por nadie, y siguen una dieta estricta llamada pura.
Cuando son seleccionadas, dejan de asistir a la escuela y no pueden caminar fuera del templo donde se las adora. Así mismo, su comunicación con el resto de personas se vuelve bastante limitada.
Durante los festivales, según indica BBC Mundo, tienen que permanecer quietas durante largas horas para bendecir a los visitantes. Incluso, tal y como señala este medio de comunicación, la kumari real de Katmandú (pueden simultanearse varias Kumaris a lo largo del Nepal) tiene que tener un signo zodiacal complementario o similar al del presidente del país, para asegurar la buena fortuna. Igualmente, las Kumari son sometidas a largas noches donde han de probar su valentía ante varias cabezas de ganado mutiladas y deben ser capaces de reconocer objetos de la anterior Kumari, ya que comparten con ella el alma de la diosa.
Pese a que sus reinados son breves y su deber es el de proteger al país (función benefactora), lo cierto es que la crudeza de las ceremonias y la paradójica vida de agasajos y soledad que llevan las Kumaris deja una notable impronta en ellas.
Algunos testimonios de Kumaris:
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-38212838
https://elpais.com/elpais/2014/04/16/planeta_futuro/1397647623_881378.html
Derechos humanos
Dice el diario El Mundo que las Kumaris recibieron el socorro del Tribunal Supremo allá por el 2008 para poder tener una infancia más similar al resto de niños.
Tal y como relata Hemanta Rawal, vicesecretario del Supremo: «El Tribunal ha pedido al Gobierno que continúe con la tradición» pero sin que se violen los derechos de las kumaris, como la educación o la sanidad, de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas para la Infancia”.
Pese a todo, lo cierto es que las prácticas se perpetúan prácticamente igual hasta la actualidad, aunque el Gobierno ha dispuesto una pensión vitalicia a las Kumaris cuando dejan su cargo divino, y muchas de ellas consiguen casarse y rehacer su vida.
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