Demonios (2): apariencia, poderes y pactos
Los demonios no solo pueblan las películas de terror modernas, sino que son figuras fundamentales para las religiones monoteístas. En el caso de hoy, nos centraremos en la visión católica de los demonios basándonos en la obra “Summa Daemoniaca” del sacerdote y teólogo José Antonio Fortea Cucurull.
Teniendo en cuenta que se trata de una visión teológica concreta, pedimos a los queridos lectores que tomen este artículo con la distancia crítica necesaria.
¿Cuál es la apariencia de los demonios?
Según el padre Fortea, los demonios no tienen una forma visible determinada. Su naturaleza es inmaterial, y Dios no permitiría que adoptasen cualquier forma determinada con tal de engañarnos, como la de un sacerdote o el mismísimo Santo Padre. Por el contrario, Dios solo les permite aparecerse en momentos muy concretos y bajo la forma de sombras que se mueven, como engendros monstruosos u hombres pequeños de color muy negro.
Esta última forma es popular en la tradición literaria cristiana desde la época de los Padres del desierto; también en los testimonios oníricos de Santa Teresa de Lisieux o Santa Teresa de Jesús.
Cuando tradicionalmente decimos que Satán es un enorme dragón o una serpiente, lo que se quiere decir es que tiene un carácter monstruoso, grotesco, fiero, venenoso y astuto como estos seres. Pero no posee esa forma visual, sino que la deformación es en su personalidad, ya que (recordemos) los demonios son criaturas fueras del plano físico.
¿Qué clase de poderes tienen los demonios?
Estos seres demoníacos se dedican, sobre todo, a tentar, y puede hacerlo de forma muy continua e insidiosa. Pueden tratar de provocar una obsesión, una fobia o cualquier clase de pensamiento negativo, incluso derivando en una enfermedad. En este sentido, pueden llegar a enfermar a una persona. Pero solo en caso de que Dios lo permita (lo cual nos introduciría a la fascinante cuestión de por qué Dios permite el mal, que quizá exploremos en otro artículo).
De la misma manera, tampoco se puede descartar del todo que los demonios actúen sobre las enfermedades mentales, aunque Fortea nos recuerda que su origen es principalmente natural. De forma extraordinaria e inusual, Dios puede permitir que un demonio provoque una enfermedad, tal y como menciona San Lucas expresamente: «una mujer, desde hacía 18 años, padecía una enfermedad producida por un espíritu y estaba encorvada» (Lc 13,10-14). De esta mujer no se dice expresamente que esté endemoniada, pero sí se comenta que el demonio es la causa de dicha enfermedad.
Los demonios también pueden producir pesadillas. Sin embargo, es prácticamente imposible distinguir cuándo se producen de forma natural y cuándo su origen es demoníaco. Solo se puede sospechar lo segundo cuando, sin otras causas aparentes (conscientes o subconscientes) y supervisadas por un psiquiatra, la persona mantiene un periodo largo de pesadillas y terrores nocturnos fuertes. En este caso, lo que se recomienda es usar agua bendita y rezar a Dios para que lo proteja a uno de cualquier influjo demoníaco.
Con todo, el volumen citado señala que los demonios no pueden leernos el pensamiento. Su inteligencia, superior a la nuestra, les permite deducir lo que pensamos, pero están fuera de la naturaleza de nuestra alma, que solo puede ser leída por Dios.
¿Se puede pactar con El Diablo?
Teológicamente sí. La primera constancia de un pacto formal con el demonio aparece en el siglo V en los escritos de San Jerónimo. Este padre de la Iglesia nos cuenta que un joven, para obtener los favores de una bella mujer, acudió a un mago que le impuso como pago por sus servicios renunciar a Cristo con un escrito.
Sin embargo, si nos situamos en la actualidad, uno puede firmar cualquier tipo de documento escrito con esa intención, pero ningún demonio se le va a presentar para recogerlo. Parece que la calve del asunto reside en la invocación. Sin embargo, el alma puede arrepentirse con un simple acto de voluntad, y en ese punto, el pacto quedaría simbólicamente en papel mojado.
Además, nos recuerda el autor de Summa Daemoníaca que el Diablo o sus demonios no son necesariamente las figuras que pueden garantizarnos el ascenso a un puesto de trabajo deseado o conseguirnos riquezas. Estos seres tienen la capacidad de tentar a un jefe para que ascienda a un determinado empleado, etc., pero la tentación siempre se puede superar, ya que, en última instancia, lo que está por encima de todo es el libre albedrío del alma humana.
Así que, por lo que parece, un pacto con el demonio no es tan garantista como creemos.
Y tú, ¿crees que el demonio tiene habilidades sobrenaturales no mencionadas en este artículo? Déjalo en los comentarios.
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