Arte y NFT: todo lo que necesitas saber
Desde hace unos meses ronda permanentemente un término por Internet: los NFTs o Tokens No Fungibles. En pleno 2021, y con mayor presencia de los servicios digitales en el día a día, no es de extrañar que los NFTs ya no dejen a nadie indiferente y todo el mundo esté hablando de ellos. Pero, ¿Qué son exactamente los NFTs y por qué tienen tantos fanáticos y detractores detrás? ¿Cómo se aplican al mundo del arte?
¿Qué son los NFT?
Un NFT, de forma simplificada, es una titularidad digital de cualquier cosa, literalmente, que exista y esté disponible para su compra. Adquirir un NFT significa ser propietario de una parte o una totalidad, normalmente limitada y exclusiva, de un activo digital. Para entendernos: es la versión digital del coleccionismo.
De igual modo que existen coleccionistas de sellos, de cartas, de monedas o de obras de arte (elementos fungibles, es decir, que pueden tocarse), tras años de una relativa lenta cocción, los Tokens No Fungibles parece que han terminado de llegar revolucionando y digitalizando un mundillo que siempre ha existido a nivel físico.
Según CoinMarketCap, una de las principales webs de consulta para los aficionados al mundo cripto, desde el pasado febrero el mercado de los NFTs se ha multiplicado por 10, marcando como punto de partida para este hito la venta de la obra «Everydays. The first 5000 days» del artista digital Beeple.
El collage que el diseñador gráfico confeccionó con imágenes producidas diariamente durante 13 años fue subastado por Christie’s y adjudicado al mejor postor por la nada despreciable cantidad de 69.346.250 dólares.
¿Cómo surgen los NFT?
Dicho concepto nace en la red Ethereum, nombre que quizás te suene por ser una de las tantas criptomonedas que existen a día de hoy y, en este caso, la segunda más popular por detrás de Bitcoin.
Esta nueva forma de coleccionismo fue creada aprovechándose de la infraestructura de dicha red, Ethereum, por las posibilidades que ofrecía. Tiene la capacidad de integrar unos contratos inteligentes con los que un desarrollador, al crear nuevo token, permite que su obra pueda transferirse a cambio de una cantidad de dinero (por lo general criptomonedas) entre usuarios que pagarán unas determinadas comisiones por dichas operaciones.
Uno de los primeros proyectos que empezó a popularizar los NFT fue, como no podía ser de otra forma en Internet, CryptoKitties. Sí, gatos. Más concretamente, imágenes de gatos en formato animado que poseían distintos atributos físicos.
En función de estas características, al clasificarse por diferentes categorías de rareza, se los dotaba de un valor mayor o menor para ser coleccionados.
¿Cómo funciona el proceso de compra-venta de un NFT de arte?
Alfredo, un coleccionista, decide ampliar un día su colección adquiriendo la estampa del Puente de Waterloo de Monet. Este coleccionista de obras de arte fungibles, tras observar que la pintura no termina de convencerle en el hueco que le tenía reservado en su galería, decide deshacerse de la pieza y revendérsela a otra galerista, Mónica.
En este caso, la única persona que obtendrá un beneficio económico de dicha transacción sería Alfredo, poseedor inicial de la obra que compra Mónica.
En el mundo del NFT una artista llamada Mika, crea, pongamos, una imagen animada de la cual saca a la venta una edición limitada de 5 unidades. Una de esas unidades es comprada por Guillermo a un precio de 1 ETH (aproximadamente 3200€ al cambio a día de hoy) y decide incorporarla a su galería virtual privada. Un día, aburrido de no poder compartir la maravillosa obra que compró, decide dejar acceder a su galería virtual privada a otras 10 personas más.
Esas 10 nuevas personas, no poseedoras de las unidades limitadas iniciales, pagarán una cantidad de dinero inferior a la que, en su día, Guillermo pagó.
A cambio, tendrán acceso a su colección, pero no serán dueñas de ninguna parte de esta. Mediante esta nueva transacción nuestro galerista Guillermo, únicamente, permite que los compradores de esta especie de reventa puedan visitar e incluso exponer la obra en su propia galería online dando los correspondientes créditos al coleccionista inicial.
¿Cuál es la diferencia entre comercializar la obra de Mika y la de Monet?
Además de la obvia disparidad entre los autores y sus técnicas, Mika, gracias a la transacción de Guillermo, ha vuelto a obtener un beneficio económico por la distribución de su obra. Por su parte, en el supuesto caso de que Monet siguiese entre nosotros, es posible que ni siquiera se enterase de que su óleo ha cambiado de propietario.
La comercialización de un NFT siempre va a aportar un beneficio económico al artista pase el tiempo que pase. Las únicas variables a tener en cuenta serán el valor que tenga su obra y las veces que se realice una transacción comercial con ella.
Existen numerosas páginas web que se dedican a la exposición y venta de obras digitales NFT y, cada día, proliferan más y más. Algunas de las más conocidas podrían ser Rarible, con contenido genérico, Ethernity, ligeramente enfocado a la comercialización de tokens deportivos aunque poseen también otros más generales o TerraVirtua.
¿Es oro todo lo que reluce?
Este modo de coleccionar arte cada día tiene más adeptos pero, en consecuencia, también más detractores.
Si bien es cierto que el hecho de que exista un modelo de coleccionismo que busque premiar al artista siempre que su obra se comercialice es algo, en opinión general, muy positivo, existen una serie de hechos que no terminan de convencer a todo el mundo.
La inexistencia de una regulación financiera que ayude a controlar el movimiento del dinero generado con criptoarte:
- El alto riesgo y volatilidad que supone invertir en este mundo
- La susceptibilidad a hackeos y estafas que pueden causar pérdidas económicas millonarias
- Las fluctuaciones desproporcionadas en las comisiones que los usuarios pagan por cada transacción debido a la congestión de la red
- El impacto ambiental desmedido que acarrea (consultar aquí)
Tecnología Blockchain vs El Planeta
La tecnología Blockchain, desde su popularización, ha tenido como gran crítica el consumo energético que supone registrar todas y cada una de las cadenas de bloques que mueve para su funcionamiento. Según la Universidad de Cambridge en su Índice sobre consumo eléctrico del Bitcoin, se estima que la red Bitcoin consume, en un año, la misma energía que todo el país de Noruega o, lo que es lo mismo, 36 hogares si tomamos como referencia un solo día. Se refleja, también, que en torno a un 20% de la electricidad consumida procede de fuentes de energía renovables.
En el caso de los NFTs que, como ya hemos comentado anteriormente, están basados en la red Ethereum se calcula que tendría un impacto mucho menor que la red Bitcoin. A pesar de que no hay casi datos, según el Índice de Consumo energético de Ethereum desarrollado por Digiconomist siguiendo la misma tecnología de análisis que el de Cambridge, se estima que el consumo al año estaría equiparado al de un país como Bulgaria o, trasladado a un día, el que generan dos hogares y medio.
Memo Atken, artista digital, ingeniero y científico, se ha propuesto elaborar la primera investigación derivada del criptoarte para ser conscientes de la huella de carbono que supone a día de hoy y que conllevará, en un futuro, la proliferación de este nuevo modo de coleccionismo.
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