Animales Nocturnos: retrato de una venganza
Quien tiene el privilegio de aburrirse y meditar acerca del sentido de la vida es porque posee algo que otros no: control sobre su propio tiempo. Y la alta sociedad, sea cual fuere la parte del mundo en la que esté, siempre tiene tiempo suficiente para ser frívola.
Animales Nocturnos (2016) es la segunda película dirigida por Tom Ford que nos plantea ésta y muchas otras cuestiones: ¿Tiene derecho alguien con la vida resuelta a no ser feliz? ¿Las cosas que hacemos realmente sirven para algo? ¿es posible que alguien cínico se convierta en un artista? ¿acabaremos siendo nuestras madres, después de todo?
Revenge
A través del personaje de la galerista de arte Susan Morrow, que interpreta una exquisita y refinada Amy Adams, nos vamos aproximando lentamente a las respuestas a estas preguntas, eso sí, con un alto precio a pagar: descubrir que, en los momentos álgidos de dolor, el exceso de sensibilidad puede conducir a una buena persona a cometer una venganza tan sutil como implacable.
En este caso, una infidelidad, o lo que es peor, un engaño, es lo que lleva al romántico e idealista Edward Sheffield (Jake Gyllenhal) a escribir una novela dedicada a su exmujer a modo de catarsis personal. “Animales Nocturnos”, que es como la titula, cuenta la historia de un hombre (Tony) que durante un infortunado trayecto nocturno en coche pierde a su mujer y a su hija a manos de un grupo de jóvenes despiadados.
Éstos, que primero acosan a la familia en la carretera para después tenderles una tensa emboscada (y aquí cabe destacar la insoportable actitud pasivo-agresiva de Ray Marcus, el cabecilla del grupo al que da vida Aaron Taylor-Johnson) acaban cometiendo el terrible crimen de violarlas y asesinarlas. Con una nocturnidad y alevosía repugnantes que serán vengadas por Tony junto al policía Bobby Andes (Michael Shannon) al final del libro.
Pero la novela se trata en realidad de una gran metáfora: durante el tiempo que estuvieron juntos, Edward acostumbraba a llamar a Susan “Nocturnal animal” (Animal nocturno), ya que ella padecía desde siempre un terrible insomnio. Y Edward jamás habría escrito un libro tan bueno si Susan no le hubiera herido profundamente al serle infiel con su actual marido (Armie Harmer) y ocultarle el aborto del hijo que estaban esperando.
El mensaje implícito de la novela, y, por tanto, de la propia película, es que un hombre tan tierno y amable como Edward es capaz de transformarse en un apasionado escritor que sabe esperar pacientemente hasta culminar (como Tony) una venganza. Vendetta que consiste, nada más ni nada menos, que en abandonar a Susan al final de la película, cuando por fin ella tenía un nuevo un atisbo de esperanza en su vida insustancial. Edward ha dejado su inocencia de cachorro herido y sensiblero para convertirse en un depredador cruel.
Referencias artísticas de la película
Animales Nocturnos cuida su estilo cinematográfico al detalle, tanto en la fotografía como el simbolismo: al principio de la cinta vemos cómo Susan y su extravagante amiga Alessia (Andrea Riseborough), quien también forma parte de la élite social, conversan sobre el sentimiento de infelicidad que siente Susan en su vida actual. Un vacío que ni el dinero, ni las posesiones ni el estatus pueden salvar.
Tanto la estética como la actitud excéntrica de Alessia recuerdan a los retratos modernistas de la dama de sociedad Adele Bloch-Bauer I, amante del pintor Gustav Klimt y musa de muchos de sus cuadros.
Otro tanto sucede con los planos de las mujeres obesas que bailan al inicio del film, y que personifican de forma grotesca la avidez con la que american high society devora todo lo que dispone. O con la escena en la que India Hastings (la hija ficticia de Tony interpretada por Ellie Bamber) y Laura Hastings (la mujer de Tony interpretada por Isla Fisher) aparecen bellamente recostadas (y eso que estaban ya muertas) en un sofá rojo como lo hacen las seductoras “Serpientes de agua” de Klimt.
El sensacionalismo londinense también hace su acto de presencia en el interior de la galería de Susan con la obra de Damien Hirst, experto en condensar ideas complejas en formas visuales atrevidas, como sus famosas obras de animales en formaldehído.
Con todo, Animales Nocturnos no es una obra atemporal ni pasará a la historia como una obra de culto, ya que su discurso conecta más con lo actual que con lo universal. Pero sí ofrece pulcritud visual, un efectivo suspense y alguna que otra carcajada provocada por el surrealismo que se apodera de algunas escenas.
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