Taoísmo: el vacío como esencia del universo
Al igual que ocurre con el budismo, para hablar de taoísmo hay que diferenciar entre taoísmo filosófico y taoísmo religioso. El taoísmo filosófico surge en China en torno al siglo VI a.C de la mano del filósofo Lao-Tse (también llamado Laozi, «Viejo Maestro») y posteriormente con el pensamiento de Zhuang Zi y Lie Zi.
El taoísmo religioso, en cambio, para algunos autores se origina en el siglo II gracias al emperador Zhang Dao Ling, quien fusionó la religión tradicional Han con el taoísmo para crear un sistema de culto imperial.
El papel de la filosofía en China
Mientras que en occidente las religiones han ocupado un papel fundamental en la historia de la humanidad, en China este lugar le ha pertenecido a la filosofía. Una filosofía (en la que se incluye el taoísmo) que se ocupa de la metafísica, pero no porque busque aumentar el saber positivo, sino porque quiere perfeccionar al individuo en mente y espíritu.
En este sentido, hay tres rasgos fundamentales que la caracterizan:
Su carácter no racionalista (suprarracionalista): la tradición filosófica de China no tiene como fundamento la razón ni la lógica. No le interesa el principio de identidad ni de no contradicción (el ser o no-ser de Parménides), sino que trasciende la dicotomía de la lógica radical (especialmente en el taoísmo y el budismo).
Su contenido ético y humanista: toda escuela filosófica se ocupa de la moral y del gobierno (por la herencia cultural del confucionismo).
El ser humano es parte de la Naturaleza: las personas se integran y acomodan en la Naturaleza; no se la somete ni enfrenta (especialmente en el taoísmo).
Orígenes del taoísmo
El taoísmo filosófico se remonta a las figuras legendarias de Huang di (el Emperador Amarillo) y Lao Dan. Ese último es un personaje histórico que vivió en la época de Confucio y que muchos investigadores relacionan con el filósofo Lao Tsé.
Según los historiadores, los primeros taoístas fueron eremitas (yin shi). Los yin shi eran antiguos letrados nobles caídos en bancarrota e insatisfechos con la realidad social que sentían desprecio por cualquier forma de gobierno. Por ello, estos nobles se alejaron de la sociedad para adoptar una postura vital más radical. Los orígenes del taoísmo filosófico también se relacionan con la época de las Cien Escuelas del Pensamiento (770-221 a.C), una época de gran riqueza intelectual y cultural por la proliferación de escuelas filosóficas.
En cambio, el taoísmo religioso hizo su aparición en el siglo II con la figura del ya citado el emperador Zhang Dao ling, perpetuándose en la dinastía Han (25-219), Wei (220-265) y Chin (265-420).
La filosofía taoísta
La filosofía taoísta gira en torno a dos conceptos troncales:
El Tao (camino, vía o doctrina): el Tao es el principio fundamental del universo. Si se mira en perspectiva occidental y hegeliana, es una entidad primordial y eterna (Idea, Espíritu Absoluto) anterior a todas las cosas.
Según los textos taoístas, el Tao es la “Nada” o «Vacío» (wu) del que surge el mundo visible (you) en el seno del cual aparecen los seres particulares. Es una fuerza epifánica que abarca todo el universo, no tiene forma, límites, ni nombre. Es algo inefable e incognoscible, ya que por sí mismo no se puede conocer; tan solo en la forma en la que se manifiesta en los seres.
El wu wei (no actuar): no es la pura inacción o la pasividad absoluta, sino una actitud reposada y serena de no intervención en el curso de los acontecimientos. Es la ausencia de intencionalidad en los actos, la espontaneidad. Cuando se aplica en la esfera política, el buen gobernante no debe intervenir, sino respetar el curso de los acontecimientos, dejando que la sociedad se ordene por sí misma.
Cuando se aplica al Tao:
El Tao nunca actúa y, sin embargo, nada deja de hacer
La religión taoísta
Como religión, el taoísmo no cree en el Tao como un dios único o creador del Universo.
El Tao es una fuerza inefable del Universo que subyace en todo y ordena las cosas de forma natural. Al Tao no se le reza ni se le dedican templos, aunque es cierto que a los sabios taoístas como Lie Zi o Lao Tse se les venera.
Incorpora conceptos del confucionismo, el budismo y el legismo (escuela Yin-Yang). También las ideas respecto al Tao y el wu wei (no actuar) mencionados anteriormente junto a la creencia en las tres fuerzas del universo del legismo: el yin (fuerza pasiva y femenina), el yang (fuerza activa y masculina) y el Tao (fuerza neutra, argamasa de las otras dos).
A efectos prácticos, y de forma muy genérica, los taoístas religiosos realizan asambleas (hui) y purificaciones (zhai), además de todo tipo de prácticas como yoga, dietas, meditación, que ayudan a mantener el vigor del cuerpo.
Pero, ante todo, el taoísmo religioso busca la comprensión de la experiencia y del ser actuando con naturalidad, serenidad, flexibilidad y quietud, aprendiendo de los elementos de la naturaleza y del autoconocimiento.
El influjo en las artes
El arte más representativo del taoísmo es el simple «arte de vivir».
Pero, evitando simbolismos, el taoísmo sobre todo influyó en la pintura china de paisaje y la pintura zenga del budismo zen. En estas obras paisajísticas, el Tao se deja ver en relación a otro concepto complejo: el qi.
El qi, la voz o el espíritu del artista, es ese «algo» sutilmente perceptible que se refleja en una obra de arte. El qi hace que la imagen no resulte inanimada, sino que posea el mayor secreto de cualquier obra artística: «que tenga vida».
El arte chino está imbuido del concepto del qi, así como de la espontaneidad taoísta, ese movimiento natural e indeliberado del trazo que muy pocos artistas logran plasmar.
Libros de cabecera
Los tres libros más importantes del pensamiento taoísta (filosófico y religioso) son:
El Tao Te Ching (o Tao Te King, o Dào Dé Jīng) de Lao-Tse: se traduce como “El Camino del Poder” o “El Camino de la Virtud”. Es un texto corto, de cinco mil caracteres chinos y ochenta y un capítulos de estilo breve, conciso y filosófico. Dice Lao-Tse: «el Tao es vacío, imposible de colmar, y, por eso, inagotable en su acción«.
El Lie Zi: se traduce como “El libro de la perfecta vacuidad” y posee el mismo nombre de su autor, a quien se le considera un personaje legendario. Es la obra más práctica de los textos taoístas.
El Zhuang Zi: al igual que en el caso anterior, recibe el mismo nombre que su autor. Es el texto más poético de todos y una de las obras literarias más grandes de China. Cuenta con 33 capítulos de fábulas y alegorías, historias cortas y simples con una profundidad didáctica importantísima.
Curiosamente, en su aspecto formal, estos textos aparentan cierta incoherencia e inconexión. No tienen discursos muy elaborados, ni se argumenta profundamente lo que se dice (recordemos que la filosofía china no incide en la lógica ni la razón).
En general, los textos filosóficos chinos se basan en los aforismos, es decir, relatos alegóricos y apólogos poco articulados, en contraposición con los silogismos lógicos de occidente.
Esto significa, en definitiva, algo muy complejo para la mente occidental: que las ráfagas de luz que suponen estos textos taoístas no nos conducen a un destino concreto, sino hacia un espacio ambiguo y diáfano, a menudo inefable… como el Tao.
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