Ciénaga
Lo que roe el hueso, las ratas corriendo por mi sangre, aguas estancadas, Fobos y Deimos, el súcubo, las aristas, el hielo, la sonrisa perversa de la noche, el lobo, el insomnio, la esencia reprimida, la hiel del rencor.
Poemas:
Viento de otoño;
el corazón
también se deshoja.
Susurros del corazón
Detrás del silencio
hay perros salvajes
que roen los huesos
y liban la sangre;
existe un pasillo
por el que transitan
mellados de odio
fantasmas distantes.
Perros salvajes
La luna,
herida de muerte,
se derrumba en el lago.
Traición
Silencio.
Hay algo remoto que la acompaña;
un murmullo sordo
que mecen las horas,
unos labios fruncidos
sobre la almohada.
Silencio.
La reina llora
su jardín de entrañas;
su mano trémula recorre
el domo sobre las aguas.
Domo
Tú sabes de lo que hablo
cuando un mal presagio
inunda el aire,
cuando no puedo moldear
el miedo con mi lengua
para no dar pábulo
al vigía silencioso
aflorado, en la atalaya de mis obsesiones.
Al mirarme, me desordenas
y agarras y tiras de los hilos invisibles
que mecen las alas
de las palomas silvestres
para travesear con ellas
y desecharlas.
Eres como yo: un animal herido.
Pero tú atacas
y besas el rostro del odio,
y yo rebusco entre tus escombros
para astillarme las palmas
con los mordiscos
de tu mirada punzante.
Dinámicas de poder
El insomne sabe
que las ratas roen la culpa
en las esquinas de la noche,
que hay algo pérfido
en el rugido de los coches
y en la danza alegre de los cuerpos
al bostezo del alba.
Odia al sol por su diligencia
y a la luna por su apatía.
Enemigo declarado de las horas,
es esclavo del canto del autillo
y fiel adepto de la angustia roja
que se desliza sin término entre las plumas.
El insomne
Existe un mal que es obsceno
primitivo, púdico
que es el mal con rostro y horma
de mirada acre
y contornos nítidos,
pero hay otro menos filoso
de piel porosa y sustancia blanda
que va arrastrándose por el mundo
como una esquirla de luz.
Este es el mal que me inquieta,
el de la abnegación viscosa y el masoquismo;
que no discierne entre éxtasis y agonía
ni entre oro y latón.
El mal de sangre tibia
sonrisa blanda
y compasión inicua.
Cuando acecha la bondad
Relatos de terror
Poemas