La lección de entretenimiento de Ciudadano Kane
De Ciudadano Kane (1941) y de su brillante director, Orson Welles, ya se ha escrito casi todo, como que es una de las mejores películas de la historia del cine. Así que poco o nada queda por añadir en clave crítica a esta producción hollywoodiense elevada a la categoría de película de culto. ¿O quizá no?
El sistema de estudios
Antes de entrar en materia, cabe mencionar la importancia que tuvo el sistema de estudios norteamericano para la producción del film, ya que supuso un nuevo modus operandi (al estilo de la industria automovilística de Henry Ford) en la industria cinematográfica.
Instaurado en 1913 por Thomas H. Ince quien funda los estudios Inceville, se extiende un modelo empresarial caracterizado por una cúpula directiva que define las líneas de producción, distribución y exhibición, y un equipo de producción que acata las normas desde el estudio.
En 1929 surge la RKO (Radio Keith Orpheum) a partir de una corporación radiofónica y se empiezan a explorar (y explotar) las posibilidades del sistema sonoro en el cine. Y así es como en la década de los 40 la RKO encarga a un veinteañero Orson Welles Ciudadano Kane y le catapulta al estrellato. Pero Welles no venía de la nada, sino que ya había demostrado un gran talento en sus desvelos por el teatro de Broadway y la cadena de radio CBS con su terrorífica narración de La guerra de los mundos.
Érase una vez en Hollywood
Entretener al público ¿una diversión o una distracción? si por entretener se entiende la capacidad de alguien para mantener la atención de un público en lo que sea que se esté haciendo o mostrando, Welles dio una gran lección histórica de cómo hacerlo.
El cine norteamericano es (o era) experto en seducir al público con diálogos elocuentes, efectismo y espectáculo, y el cine sonoro alimentó esta actitud por parte de las productoras. También permitió una mayor libertad creativa a los directores, aunque nunca tanta autonomía como la que obtuvo Orson Welles.
Éste tuvo plena independencia para dar vida a Ciudadano Kane con la confianza de la RKO sobre sus hombros.
La película es conocida por ser la biografía camuflada del magnate de la prensa y político William Randolph Hearst que encarna su personaje principal, Charles Foster Kane. Un largometraje basado en la analepsis que muestra fragmentos subjetivos de la vida de Kane a través de los recuerdos de sus allegados.
Estos flashbacks nos acercan a un Kane niño, de origen humilde, que recibe inesperadamente una cuantiosa herencia y, bajo un destino firmado, acaba convirtiéndose en el dueño de un imperio radiofónico y periodístico.
Rosebud
La herida de la infancia producida por la inasumible separación del hogar familiar deviene en la actitud cínica que adoptará el Kane adulto. A éste lo vemos por primera vez al inicio de la película, medio moribundo, en la elegíaca atmósfera del castillo de Xanadú, su obra más megalómana. En este momento Kane pronuncia la famosa palabra, Rosebud, el MacGuffin a partir del cual se construye el resto de la historia.
Rosebud es el misterio que obsesiona al redactor jefe del reportaje necrológico sobre Kane por el cual envía al reportero William Alland en busca de pistas y contactar con todas las personas que creyeron conocer a Kane.
¿Es posible conocer a alguien a través de los medios de comunicación?
También se han escrito ríos de tinta sobre la fantástica fotografía de Gregg Toland y la creación de un nuevo lenguaje visual.
Y es que Welles y Toland rompieron con el hábito de Hollywood de hacer montajes invisibles para que el publico se sintiera cómodo para hacer hipervisibles las transiciones entre las tomas.
Por ejemplo, con los interminables fundidos en negro que recorren desde el cartel de “No tresspasing” de los exteriores de Xanadú hasta la bola de nieve que sujeta Kane. O interrumpiendo abruptamente las secuencias para transmitir abiertamente el engaño consciente de las imágenes en el cine.
Welles quería que nos diésemos cuenta de una doble manipulación: la artificialidad del cine por un lado y la de los medios de comunicación por el otro. Todo un metalenguaje.
La escena clave
Pero no todo es disrupción en Ciudadano Kane, ya que el uso genial que hace Gregg Toland de la profundidad de campo nos sugiere, precisamente, la importancia de la continuidad en algunas escenas clave: cuando el Kane niño (magníficamente representado por el actor Buddy Swan) está jugando en la nieve en el exterior de su casa, la cámara lo enfoca primeramente a él, pero después va retrocediendo hacia el interior de la vivienda hasta que se detiene en la escena donde su madre, Mary Kane, y Herbert Carter, editor del periódico Inquirer, charlan sobre el contrato que decidirá el futuro del pequeño. El padre de Kane, en desacuerdo con ellos, se mantiene en un segundo plano.
Todos los personajes de la escena están nítidamente enfocados, por lo que, como espectadores, entendemos que son igual de relevantes.
Fincher cierra el último cabo suelto
Y aquí llega lo realmente interesante, con la última creación del director David Fincher, quien ha rescatado recientemente el proceso de creación de Ciudadano Kane gracias a un biopic negro e intimista de la vida de Herman Jacob Mankiewicz, coguionista del film de Welles.
Porque durante los últimos 70 años había quedado un cabo suelto sobre las auténticas y deplorables condiciones en las que Mankiewicz había concebido la vida de Charles Foster Kane: postrado en una cama durante meses, pseudo-secuestrado por Welles y con problemas de alcoholismo.
En Mank (2020) le vemos encarado por el siempre versátil Gary Oldman, quien mantiene largas conversaciones y un romance platónico con Marion Davis.
En este nuevo drama, Fincher nos deja dos cosas claras: la primera, que una palabra como Rosebud puede ser la mejor arma para airear la privacidad y acabar con los delirios de poder de un hombre como Hearst, quien recurría a la expresión “capullo de rosa” para referirse al clítoris de Marion Davis.
La segunda, a que el backstage del sistema de estudios de Hollywood siempre ha estado repleto de controversia, guerra de egos y trasfondo político, otra gran lección de entretenimiento extra-estudio.
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