El origen religioso de la tragedia griega
Muchas las teorías apuntan a los orígenes religiosos del teatro griego, especialmente de la tragedia griega, que presenta elementos primitivos vinculados a los ritos de sacrificio.
Gracias a la tesis de Walter Burket en El origen salvaje: ritos de sacrificio y mito entre los griegos nos adentraremos en el fascinante y ambiguo mundo de la tragodía. La tragedia es la creación literaria más sublime de los griegos, un mundo en el que los dioses, los mitos y lo inefable están constantemente interrelacionados.
La bestia asoma su hocico
Según la teoría (hoy dominante) de los filólogos helenistas Wilamowitz y Welcker (que se basan a su vez en observaciones de Aristóteles), la tragedia griega (tragodía) significa literalmente “el canto de los machos cabríos”. Concretamente, hace referencia a una serie de bailarines que se disfrazaban de estos animales durante las danzas arcaicas.
Otros autores, más orientados hacia la historia de las religiones que a la filología, se aferran a una etimología más antigua que habla de “un canto entonado durante el sacrificio del macho cabrío” o “un canto cuyo premio era un macho cabrío”, en clara mención a los ritos de sacrificio antiguos.
Por otro lado, un discípulo de Aristóteles, Cameleón, creía que la tragedia griega surgió en realidad a causa de un proceso de transformación a partir del drama satírico. Es decir, de las representaciones dramáticas de los sátiros. Así, la escuela peripatética (la que sigue el pensamiento aristotélico) apunta a que la tragedia se desarrolla a partir del ditirambo satírico, un constructo poético-musical que rinde culto a Dionisos y su séquito.
Aunque no existe consenso entre los eruditos, lo cierto es que, de una forma u otra, tal y como apunta Burket:
La bestia asoma su hocico en medio del desarrollo de una cultura humana elevada
La hipótesis de los vasos griegos
Como hemos dicho, el ditirambo satírico conectaba directamente con el culto a Dionisos. Dionisos es la divinidad griega que encarna el hedonismo y la exaltación salvaje de las emociones.
Curiosamente (y aquí es donde las teorías filológicas y peripatéticas hacen aguas) el arte de los vasos griegos revela cómo los sátiros de aquella época no eran representados como machos cabríos. Más bien, eran hombres salvajes con orejas de animal, cola de caballo y cuernos (véase la imagen). Además, muchas representaciones artísticas de ciertos vasos corintios, mostraban al séquito de Dionisos como danzarines panzudos y nalgudos, y no como machos cabríos cantantes.
Tampoco hay ninguna prueba documental que atestigüe la existencia de unos coros de “machos cabríos cantantes” de los que la tragedia haya podido recibir su nombre.
La hipótesis del sacrificio
De todas las teorías, la más plausible para Burket (y la menos exitosa actualmente) es la que defiende que el nombre “tragedia” griega corresponde al “canto que acompaña al sacrificio de un macho cabrío” o “un canto cuyo premio era un macho cabrío”. Pese a todo, no deja de conectar con el culto a Dionisos, como veremos a continuación:
La crónica del Mármol de Paros (276 a.C) es el documento más antiguo que habla de este animal ofrecido como premio del agón (elemento estructural del drama griego por el cual dos personajes se confrontan en un debate, ganando el que habla en segundo lugar, ya que siempre tiene la última palabra).
Otros autores, como Dioscórides, Eratóstenes, Dionisio de Tracia y demás escritores helenísticos también hacen mención a estos ritos de sacrificio:
Como premio del canto se ofrecía un macho cabrío, que en la fiesta de las Liberalia se sacrificaba al padre Líber (Dioniso)
– Diomedes
Los machos cabríos ramonean la Vid (el árbol que representa a Dioniso)
– Varrón
Este género de canto que, tras haberse encendido ya el fuego de los altares y traído el macho cabrío, entonaba el coro sagrado en honor del padre Líber se llamaba tragedia
– Evantio
No hay tragedia sin máscaras
El sacrificio de animales como rito religioso fue una tradición que se perdió en Occidente con el triunfo del cristianismo. Aunque para nosotros es un hecho extraño, lo cierto es que para los griegos era la experiencia por antonomasia de lo sagrado.
Sin embargo, el sacrificio de un macho cabrío (tragós) en el mundo griego era un acontecimiento extraordinario, tanto en las dionisias rurales como las urbanas.
Apenas había un macho cabrío en el rebaño ni en toda una aldea, ni su carne asada era especialmente apetitosa. De hecho, el tragós evocaba hedor y, a un nivel metafórico, la lascivia y la eliminación de lo viejo. Este último concepto proviene del hecho de que un macho cabrío de cinco años en un entorno rural ya no es demasiado fértil, por lo que había que eliminarlo una vez cumplido su deber.
El animal era sacrificado en primavera en una especie de rito tragicómico. Lo llevaban a cabo hombres enmascarados y disfrazados, mientras que la acción se acompañaba de música y danzas que escenificaban las distintas escenas del ritual. Así, los tragodoi ocultaban siempre su identidad para cometer el acto y comerse finalmente al animal (no hay tragedia sin máscaras).
Conclusiones
Sin duda, las costumbres de sacrificio griegas eran bastante complejas, y no es del todo posible comprender su Kairós (los tiempos adecuados para un hecho concreto).
También resulta difícil de determinar por qué se sacrificaba un macho cabrío en honor a Dionisos. Quizá esta divinidad, al representar lo misterioso y lo oculto, recordaba a los griegos el mayor misterio de todos: la muerte.
Además, los tragodoi que descargaban su violencia vicaria sobre el animal, no solo temerían su propia muerte, sino también la pérdida de la cualidad más importante que poseían: la fertilidad.
Toda la escenificación del sacrificio, la música, la danza y los sonidos de flauta, muy plausiblemente fueron transformándose con el tiempo en una forma de alta literatura griega. Con una lírica coral y adaptaciones grandiosas de mitos heroicos, donde el hombre suele enfrentarse a la muerte mediante el sacrificio.
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