Descubriendo Sintra (2): Quinta da Regaleira
¿Te imaginas visitar una de esas mansiones góticas que aparecen en las películas de terror, como la «Rebeca» de Hitchcock u «Otra vuelta de tuerca»? Pues eso es exactamente con lo que nos topamos al visitar la Quinta da Regaleira, el lugar más misterioso de todo Sintra que bien podría haber sido el escenario de uno de los relatos de Edgar Allan Poe.
Historia de la Quinta da Regaleira
Situada en la Sierra de Sintra, el terreno de la Quinta fue adquirido a principios del XX por el millonario masón Antonio Carvalho Monteiro, quien mandó construir al arquitecto Luigi Manini esta finca, la cual incluye el Palacio da Regaleira, un espectacular pozo iniciático, una capilla, cuevas, grutas subterráneas, torreones, estatuas desperdigadas y un enorme terreno de varias hectáreas.
El conjunto presenta una mezcla entre el estilo neogótico con elementos manuelinos (al igual que el Palacio da Pena) e infinidad de detalles de la mitología clásica, como el Paseo de los Dioses. Dicho pozo era el reclamo turístico por el cual queríamos visitar la Quinta da Regaleira, pero nos topamos con todo un complejo de edificios y jardines lleno de rincones esperando a ser descubiertos (aunque sin mapa habría sido imposible).
En el Paseo de los Dioses nos llamó especialmente la atención la figura de Hermes, el mensajero de los dioses (aunque también estaban las de Vulcano, Dioniso, Pan, relacionado con Baphomet, Deméter, Perséfone, Venus, Orfeo y la Fortuna) que aparece portando su caduceo (un báculo y dos serpientes enfrentadas) que simbolizan el comercio, ya que esta divinidad también es protectora de los comerciantes y los caminantes. Además, Hermes ejerce de psicopompo, es decir, es se encarga de guiar las almas de los fallecidos al inframundo o Hades.
Por otro lado, está asociado a un personaje helenístico legendario llamado «Hermes Trimegisto» (Hermes, el tres veces grande), que se asoció sincréticamente al dios egipcio Toth y al citado Hermes griego de la mitología clásica. Este Hermes Trimegisto es el supuesto autor de los «Hermética», una serie de textos (escritos entre el 300 a.C-1200) que hacen de corpus teórico de la doctrina filosófico-religiosa del «hermetismo». Algunos de sus conceptos fundamentales de la doctrina son la alquimia, entendida como un lenguaje codificado para acceder a una percepción de orden «suprahistórico». También el pensamiento simbólico, la complementariedad de los contrarios, la meditación como técnica de ascensión de la mente individual a la región de la «Gran Mente» y la visión de la vida como un escenario de transmutación personal.
El pozo iniciático
Sin duda, la estrella turística de los jardines exteriores es el pozo iniciático (aunque en el recorrido te encontrarás con el «Pozo Imperfecto», más pequeño y menos profundo que el iniciático, que simboliza precisamente tu imperfección, ya que todavía no has dado con la «joya de la corona»). Estrecho y algo vertiginoso si te asomas, a medida que desciendes por él ves cómo el agua se va filtrando por la pared rocosa hasta encharcar los últimos niveles de la estructura, como una Torre de Babel al revés hasta alcanzar los veintisiete metros de profundidad. Ya no hay vuelta atrás: estamos en el mismísimo Infierno de Dante.
El acto de transitar el pozo puede ser un hecho más simbólico de lo aparente: a medida que descendemos los niveles, también nos adentramos en los rincones más profundos de nuestra alma, hasta alcanzar la zona más baja de los 9 pisos donde aparece una cruz templaria elaborada en mármol. El número 9 es para muchas religiones el número de la perfección, aunque también son 9 los anillos del infierno dantesco que se recorren hasta llegar a la zona más gélida, el cocito, donde habita el Diablo y son castigados los traidores a la Iglesia. No obstante, este número representa asimismo la finalización de un ciclo y el comienzo de otro, a pesar de que la mayoría de turistas (incluida nosotras) lo recorrimos en sentido contrario: para los templarios, la lógica sería deambular por las grutas primero hasta llegar al pozo y después ascender los 15 escalones que separan cada uno de los descansillos hasta llegar a la luz de la superficie (y alcanzar simbólicamente el conocimiento, según la tradición masona).
Las grutas subterráneas
Estas grutas de la Quinta da Regaleira son silenciosas, como las catacumbas de París, pero la ausencia de calaveras no las hace menos intimidantes. Los túneles pétreos poseen luces en el suelo para facilitar la visibilidad, pero el recorrido es laberíntico y en ocasiones los caminos se abren para desembocar en lugares diferentes. Uno de ellos es el «Portal de los Guardianes» (foto de la portada), un pabellón bajo el cual se oculta una de las vías de entrada a la iniciática custodiada por dos tritones.
La capilla de la Santísima Trinidad
Es curioso como en medio de tanta simbología pagana y masónica se erige una capilla católica. La capilla de la Santísima Trinidad es de estilo neogótico y manuelino, como el palacio, y en su fachada se encuentran las figuras de Santa Teresa de Ávila y San Antonio flanqueando la puerta de entrada, coronada por el misterio de la Anunciación. En el interior llama la atención la imagen de la coronación de la Virgen, cuyos colores simbolizan, según el blog de marcopolito (fuentes consultadas) simboliza: «los tres colores alquímicos y además lleva una faja dorada que simboliza al oro alquímico que, como dijimos al principio, representa a las virtudes, en este caso de la Virgen«.
Fuentes consultadas:
- marcopolito56.wordpress.com
- https://www.lisboa.es/que-ver/quinta-da-regaleira/
Te recomiendo especialmente el blog de marcopolito donde descubrirás más fotografías y detalles de este fascinante lugar.
¿Conoces la Quinta da Regaleira? ¿Qué recuerdas más de ella? ¡Déjalo en los comentarios
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