Arte hindú: un camino espiritual
El arte de la India es un buen reflejo de la sociedad multicultural que alberga este país. Una sociedad eminentemente religiosa donde convergen el islam, el zoroastrismo, el budismo y el hinduismo. En esta ocasión nos centraremos en el arte hindú, un camino espiritual y artístico.
Conceptos generales
Para la cultura hindú el arte es un vehículo de expresión de las creencias espirituales. También es una herramienta fundamental para que nosotros, como espectadores profanos, accedamos a su exótica cosmovisión.
Los orígenes del arte hindú se remontan a los comienzos de la llamada “cultura de la India”, un conglomerado de pueblos con una antigüedad que data en torno al 1500 a. C. En general, hay dos conceptos estéticos que sirven como ejemplo sintetizador del arte hindú, según nos indica el profesor Vicente Merlo en «Simbolismo en el arte hindú«: el simbolismo de raigambre religiosa y naturalista, y la importancia del espacio.
Por supuesto, dentro del arte hindú habría que señalar también el gusto por la ejecución de escenas de contenido erótico explícito. De hecho, para el hinduismo el sexo encarna un acto profundamente espiritual donde se refleja la esencia de lo divino. Conocido universalmente como Kāmasutra, de “kāma” (amor) y “Sutra” (hilo, cuerda, regla), el “Sutra o Regla del amor” más que pretender enseñar una serie de posturas físicas destinadas al placer humano, que también, es un camino hacia el despertar espiritual y la liberación final (moksha) del ciclo de las reencarnaciones.
Entre los pueblos invasores de la India que mencionábamos al principio podríamos citar a los indoarios, los persas (especialmente el imperio aqueménida), mongoles y griegos. Con el transcurso de los siglos, a los hunos, árabes, turcos e imperialistas británicos. Tal miscelánea cultural dio pie al surgimiento de múltiples técnicas y estilos agrupadas bajo la denominación genérica de “Arte Indio” donde lógicamente se inserta el arte hindú.
La experiencia estética en el arte hindú (I)
El arte hindú se define en buena parte por su exuberante despliegue de imágenes de potencias divinas: dioses, diosas, genios, animales sagrados, flora y vegetación…
Paradójicamente, el hábito de representar a las divinidades en el mundo material a través de la iconografía choca con el concepto de maya (mundo ilusorio) que impide vislumbrar la realidad última de Brahman.
No obstante, a través de los comentarios de la obra del profesor Merlo sobre «La transformación de la naturaleza en arte» (1934) del filósofo anglo-indio Ananda Coomaraswamy (1877-1947) es posible esclarecer la paradoja del arte hindú:
La obra de arte actúa sobre el espíritu humano y ejerce su influencia mediante la destrucción de las barreras mentales y afectivas que ocultan y velan la percepción espiritual (…) Para que la obra de arte pueda, no obstante, producir su efecto emancipatorio, el alma ha de estar preparada, esto es, dotada de una sensibilidad natural o adquirida de orden estético-espiritual». (Posición 569, El simbolismo del arte hindú, versión kindle)
Es decir, hay una similitud entre la experiencia estética y la experiencia espiritual; el arte, tanto para el creador como para el contemplador, posee un rango de realización espiritual que conduce al ser humano a su origen y meta última: el descubrimiento de su identidad esencial, allí donde reside el atman y brahman en una realidad integrada donde no existe la dualidad (advaita).
La experiencia estética en el arte hindú (II)
Merlo también nos apunta algo importante, y es que la sensibilidad innata ha de ponerse en relación con el propio concepto de reencarnación:
El alma, ya preparada, con la suficiente sensibilidad estético-espiritual, será aquella que en vidas anteriores ha trabajado ya en esa dirección y viene a esta existencia con una predisposición particular» (Posición 589)
El artista ha de ser un experto no solo en el acto de creación de una obra artística, sino también en el dhyana yoga, es decir, el principio de contemplación; y de la misma forma, el espectador debe dejar a un lado sus emociones personales e ideas prestablecidas y centrarse en el puro acto contemplativo.
Solo así, el simbolismo de las obras abren sus puertas al intelecto, donde el espectador es lanzado hacia el lugar original, hacia los ámbitos celestes que contienen los arquetipos representados por el artista» (Posición 599)
¿Qué es un símbolo y qué relación tiene con el arte hindú?
Según la RAE, el simbolismo es un sistema de símbolos con que se representan creencias, conceptos o sucesos.
Un símbolo, del griego σύμβολος, es un elemento u objeto material que, por convención o asociación, se considera representativo de una entidad, idea o condición. Podría decirse que un símbolo representa un concepto o valor abstracto, como la noción de patria (la bandera es un símbolo de la nación) o la noción de la justicia (la balanza).
El simbolismo aplicado a la arquitectura hindú
La arquitectura hindú está cargada de un simbolismo implícito a través de la conciencia del espacio. El mito de la creación hindú, su cosmogonía, comienza con la creación del espacio y no de la luz. Para el hinduismo, el espacio que hay entre el cielo y la tierra, es una región intermedia llamada antariksha o dkdsha.
Trasladado a la arquitectura, por un lado tenemos el espacio articulador (los muros del edificio) y el espacio contenido (el interior de edificio). Este espacio contenido o interno es el que más relación posee con los textos sagrados; concretamente con las Upanishads. Estas dicen que dentro de nuestro templo interno (cuerpo) está el espacio del corazón (hrdayakasha).
Lo mismo ocurre con los mandir o templos hinduistas. A menudo, están precedidos de una puerta ritual o gopura que delimita el espacio sagrado. Su espacio interno es un reflejo del corazón del individuo, y el vimanan. Nuestro sancta sanctorum, donde reside la divinidad.
Por tanto, el espacio físico y mental tienen las barreras desdibujadas. Lo externo es un reflejo de lo interno, y todo el conjunto representa un espacio holístico (que considera algo como un todo). A través de la conciencia espacial de los volúmenes de la escultura nos hacemos más conscientes de dónde mora el espacio de la conciencia que integraría el vacío (sunyata) y la plenitud (purna) simultáneamente.
Conclusiones
El arte, la arquitectura y la escultura hindú van más allá de la mera representación física. Es un ejercicio filosófico-espiritual materializado a través de la configuración espacial. Toda obra de arte ha de ser una imitación del poder de la creación, es decir, de la potencia divina en su estado más primigenio. El espacio nos conduce al lugar sagrado y último donde mora la conciencia; el mismo espacio de la representación artística y simbólica.
Adentrarse en el arte de la India nos enseña que la estética y el espacio físico que percibimos a través de los sentidos pueden tener una dimensión ontológica. Esta dimensión es solo perceptible solo a través de la intuición (innata) y el conocimiento verdadero (al que se accede por los textos sagrados).
-2 Comentarios-
De no ser por el sentir de la religión hinduista no habría tanta sofisticación en la arquitectura de la época
Desde luego, arte y religión van de la mano en el paradigma hindú.