Libourne: un tesoro cerca de Burdeos
Por fin hemos podido hacer una escapada este 2024, que ya nos hacía falta. En esta ocasión, hemos elegido a Libourne como destino, una bastida portuaria que suele pasar bastante desapercibida respecto a Burdeos, la capital regional de Aquitania, destino vinícola francés por excelencia.
¡Te contamos todo lo que aprendimos de Libourne a través de las guías que nos facilitaron en el Ayuntamiento!
Un crisol de tierras, lenguas y gentes
Libourne es una bastida inglesa fundada en 1270 bajo la orden del rey de Inglaterra Henri II. El caballero Sir Roger de Leyburn fue el encargado de su construcción, en el antiguo puerto Gallo-romano de Condatis.
Con el paso de los siglos, Leyburn sufrió un cambio fonético adaptado a la lengua francesa, por eso hoy en día conocemos el enclave como Libourne. Está ubicada entre la confluencia de dos ríos, la Dordogne (Dordoña) y L´Isle (Isla), en el fondo del estuario de la Gironde, y posee la particularidad de ser el primer puerto de navegación marítima en la Dordogne a unos 100 km al interior de tierra. Esta situación única privilegia sus intercambios con el exterior y con el desarrollo de un comercio floreciente, donde la producción vinícola predomina. Ello convirtió a Libourne en una de las bastidas más prósperas de la Aquitania.
En la Edad Media, las bastidas eran construidas para facilitar los intercambios comerciales y agrícolas, y servían asimismo para reunir a la población. De esta manera, los ingleses, en tierra hostil, marcaban su presencia en territorio francés.
Tras la guerra de los Cien Años, la ciudad contaba ya con más de 530 habitantes, un espléndido ayuntamiento reconstruido a finales del siglo XV, dos iglesias, un convento franciscano y dos hospitales.
En el siglo XVIII, la ciudad se expande fuera de sus muros. En lugar de fosos, se crearon avenidas y se instala una fábrica de vidrio en 1749. Durante los siglos XVIII y XIX, la riqueza generada por el comercio del vino permite la construcción de edificios de muy alta calidad. La ciudad prospera durante la época decimonónica: Libourne construye una estación de tren, un astillero naval y dos puentes, uno sobre L`Isle y otro sobre la Dordogne.
Además, Libourne también debe parte de su notoriedad a personajes ilustres que residieron o pasaron por allí, como el Duque Decazes (ministro de Luis XVIII), Jules Streeg (pastor y político) o el pintor René Princeteau.
Así, nacida de una confluencia, esta bastida es en sí misma un crisol de ríos, tierras, lenguas y gentes de diferentes culturas.
La Plaza Abel Surchamp y sus arcadas
Todas las bastidas están construidas sobre el modelo de campamento romano, con una plaza central (forum) rodeada de arcadas con dos ejes principales perpendiculares (cardo y decumanus), así como multitud de calles secundarias que forman un plano de damero gigante.
La Plaza Real de la Bastida de Libourne formaba un cuadrado perfecto de 55m de lado, e históricamente se usó como espacio para manifestaciones, mercados, ferias y festividades. El mercado todavía tiene lugar todos los martes, viernes y domingos por la mañana, desde hace 600 años, siendo uno de los más prestigiosos de la región. Las arcadas (cubiertas o en ángulo) poseían una doble finalidad: proteger los puestos de los comerciantes y dar cobijo a los transeúntes.
En una esquina de la plaza, en el actual mercado cubierto, solía estar la iglesia de Santo Tomás, demolida en el siglo XIX, la segunda de la ciudad. La primera, la iglesia de Saint Jean Baptiste sigue hoy en pie en la calle Lamothe. Más tarde hablaremos de ella.
La plaza actual, reformada, ya no tiene casas medievales. La casa más antigua data del siglo XVI, con arcadas en el almohadillado. Esta casa la encontramos en la esquina de la calle Fonneuve y la calle Víctor Hugo. Tiene un frontón alto en el frente y arcadas rebajadas, decorada con claves salientes. Fue el hogar de oficio de Guilhem Cholet en 1598.
De espaldas al ayuntamiento se puede contemplar, a la derecha, varias casas del siglo XVIII, y a la izquierda, un hermoso conjunto de casas neoclásicas. Actualmente, la plaza porta el nombre del antiguo alcalde de Libourne: Abel Surchamp.
El Ayuntamiento
Construido en 1427, el Ayuntamiento de Libourne es uno de los monumentos más emblemáticos de la bastida. En su interior, concretamente en la sala del consejo, cada 22 de julio, día de Santa Magdalena, han tenido lugar las elecciones de los diversos alcaldes y jurados a lo largo del tiempo.
En el siglo XV, las bastidas poseían una carta de constitución, y el ayuntamiento entonces ya funcionaba como centro neurálgico del poder. Construido en estilo gótico en origen, actualmente el ayuntamiento (y Libourne entera) muestra un aspecto neogótico, inspirado en Viollet-le-Duc. Si levantas la cabeza en la entrada, podrás saludar a una panda de arquitectos que te sonríen desde blasones con efigies colocados sobre las claves principales.
Desde la galería se accede al jardín interior. En el medio, sobre un pedestal de piedra blanca, se encuentra el busto de bronce de Rober Boulin realizado por la escultora Jacqueline Becher-Ferber, quien ganó el primer puesto del premio Prix de Roma. Nacido en 1920 en Villandrault (Gironda), Boulin fue abogado, medallista de la Resistencia, alcalde de Libourne, diputado de Gironda y ministro antes de su trágica muerte en 1979.
En el segundo piso del Ayuntamiento se encuentra el maravilloso Museo de Bellas Artes, buque insignia del arte de Libourne, cuya colección sorprendente se amplió gracias al Duque Decazes en el siglo XIX.
El Museo de Bellas Artes
En 1818, el Duque Decazes (1780-1860) pide crear un museo en Libourne. Para ello, este ministro del rey Luis XVIII recurrió a las reservas del Museo Central de Arte, el actual Louvre, y donó parte de su colección privada, constituyendo las bases de un museo modesto en tamaño, pero excepcional en contenido.
A partir de 1860, y a lo largo del siglo XX, la colección se fue enriqueciendo con múltiples depósitos, donaciones y legados de diferentes personajes. El museo cuenta hoy en día con una gran colección de obras de artistas de la ciudad, como Nicolas Gibbon, Théopile Lacaze y René Princeteau, maestro de Henri de Toulouse- Lautrec, además de una escultura de Rodin y un autorretrato atribuido a la mismísma Sofonisba Anguissola.
La Puerta del Gran Puerto
Construida entre 1324 y 1330, la Puerta del Gran Puerto es el único vestigio de las nueve puertas que bordeaban los altos muros de la ciudad en la Edad Media, de 15m de altura.
Está flanqueada por dos torres: la torre Richard y la torre Barrée. La primera debe su nombre al nieto de Eduardo III de Inglaterra, nacido en Burdeos en 1367. Este conjunto constituye el vestigio más importante del muro que rodeaba Libourne y que comenzó a construirse alrededor de 1314, tras la destrucción de la ciudad por los franceses en 1294.
Antiguamente se la conocía como «La Gran Puerta del Mar», y por ella transitaban mercancías traídas por los barcos ingleses y otras exportadas desde la bastida. Los adoquines de piedra todavía atestiguan aquellos barcos provenientes de Inglaterra, lastrados en Libourne para luego salir cargados de barriles llenos de vino.
En 1794, Libourne decidió derribar las puertas y las torres de la ciudad, ya que eran vistas como signos del obsoleto feudalismo. Sin embargo, la Torre Richard debe su salvación al ciudadano Matthieu Fontemoing, ya que ahí se ubicaba su casa y taller privado.
El puerto y el muelle
Como comentábamos al principio, por su ubicación en la confluencia de dos ríos, Isle y Dordoña, la ciudad de Libourne ha estado marcada desde su origen por su vocación portuaria, asegurándole la prosperidad durante siglos.
Libourne es, a la vez, un puerto fluvial y uno marítimo. Antiguamente, fue el centro del tráfico fluvial entre los países de la Alta Dordoña e Inglaterra, Holanda, Alemania y América. El tráfico de madera y vino descendía por el río, mientras que la sal venía del mar y ascendía por las salinas de Aunis y Saintonge.
Los muelles, recientemente renovados, son hoy uno de los lugares favoritos de los libourneses. Sentados sobre las terrazas, suelen disfrutar de una magnífica vista de la confluencia mencionada, bien para admirar una puesta de sol, bien para divisar los cruceros a lo lejos o para aliviarse del calor a la sombra de los árboles.
La Iglesia de San Juan Bautista
Es un edificio de estilo gótico, datado en el siglo XIV y reelaborado en 1837, aunque la primera capilla ya existía previamente a la bastida, en el siglo III. Está consagrado, como su propio nombre indica, a San Juan Bautista.
Consta de una nave central, restaurada en el siglo XIX a su forma actual, con paredes laterales suprimidas y sustituidas por pilares sin capiteles, copias de los que fueron realizados en el coro en el siglo XIV. Los pilares soportan el peso de las bóvedas de piedra y dejan entrar la luz que viene de las capillas laterales, entre las cuales destacan la Capilla de San Antonio de Padua, la Capilla de Santa Juana de Arco, la Capilla de Nuestra Señora de Lourdes, la Capilla de la Virgen Santa, la Capilla mayor, la Capilla del Sagrado Corazón y la Capilla de la Santa Espina.
Lo que más nos llamó la atención, fue una capilla dedicada a la Santa Espina, una reliquia sagrada atribuida a la corona de Cristo, ni más ni menos. Allí, en la pequeña Libourne, Carlomagno habría ofrecido este tesoro allá por el 811.
Nos quedó pendiente visitar el convento de los franciscanos, fundado en el siglo XIII, así como detenernos más en la Casa Belliquet o la Casa Etienne-Louis Grignan, así que, si alguna vez vas a Libourne, ¡que no se te olvide decírnoslo!
Galería de imágenes de Libourne
(Solo disponible para ordenador).
Sí, sabemos que os estaba sabiendo a poco. Por eso, os dejamos por aquí una galería de imágenes de recuerdos, rincones y curiosidades que vimos durante nuestra breve estancia en Libourne. Haz clic en cualquiera de ellas para ampliarla. ¡Gracias por leernos!
Y tú: ¿Ya conocías Libourne? ¿Te gustaría viajar allí? ¡Déjalo en los comentarios!
-0 Comentario-