Museo del Louvre: agridulce
Hacía tiempo que no compartíamos nuestros viajes, pero ya tocaba. En esta ocasión, hablaremos de nuestra visita al Museo del Louvre en París.
Historia del Louvre
El Museo del Louvre es quizá la visita más obligatoria en París. Ya no sólo por las obras maestras que alberga, qué duda cabe, sino por la propia historia del edificio. El Louvre comenzó curiosamente siendo una fortaleza del siglo XII, mandada construir por Felipe Augusto como centro defensivo de París frente a las invasiones «bárbaras» del norte.
En la margen derecha del Sena, la fortaleza contaba con la típica torre del homenaje, y si quieres ver los restos de esta construcción primitiva todavía tienes la oportunidad de hacerlo dentro del museo. A continuación os adjuntamos algunas imágenes rescatando las obras que más nos llamaron la atención, entre ellas, la Niké de Samotracia, la Gran Odalisca de Ingres (imagen de la portada), Eros y Psique de Antonio Cánova o los retratos de Arcimboldo.
Y es que el Louvre es una institución impresionante pletórica de obras maestras: La balsa de Medua de Géricault, La Gioconda (siempre saturada de turistas), Las bodas de Caná de Veronés, La Venus de Milo, La libertad guiando al pueblo de Delacroix, etc.
En el siglo XVI, Francisco I de Francia destruyó la fortaleza para construir un notable palacio real que se acabó convirtiendo en residencia oficial de la monarquía francesa. Al menos, hasta la llegada de Luis XIV, el «rey sol» del periodo Barroco. Con él, la residencia oficial se trasladó al Palacio de Versalles, un antiguo coto de caza real. El Palacio del Louvre empezó a sufrir entonces varias ampliaciones, como el patio central y un cerramiento a partir de columnatas.
En 1793 el Louvre se convirtió en un enorme complejo artístico todavía sujeto a modificaciones, y en 1848 pasó a ser un museo estatal, tal y como le conocemos hoy. La única área del Palacio que se usaba como departamento de finanzas fue transformado en el Pabellón Richelieu.
Mención especial a la Gran Odalisca (imagen portada)
Hemos escogido esta obra como imagen de portada porque nos impresionó muchísimo. Elaborada en 1814 por el romántico Ingres, la imagen de esta concubina icónica tiene mucha historia que rascar.
Para empezar, las odaliscas fueron esclavas sexuales durante el Imperio Otomano. La historia de la pintura ha reproducido mucho sus imágenes, y no podemos evitar sentir dolor por su vida esclava. No tuvo que ser una existencia fácil, atravesada por distintas violencias, la primera, la sexual.
Aunque cuesta deshacerse del relato en el que nos hemos educado de la belleza intrínseca del cuadro de Ingres, es un deber no romantizarlo. Quisimos conectar con su odalisca (y también la de Boucher) desde otra perspectiva más empática, porque la Historia del Arte está atravesada de desnudos femeninos altamente erotizados, pero nosotras nos preguntamos: ¿Cómo vivieron su condición de esclavitud? ¿A qué violencias estuvieron sometidas? Se las ha tratado como uno de los sinónimos de erotismo más representativos, pero, si las contemplamos con otros ojos y nos imaginamos su vida más allá de las idealizaciones de los cuadros, es imposible evitar sentir tristeza e indignación por ellas.
«La odalisca –entendida de forma genérica como la esclava de los harenes orientales a disposición del sultán– formó parte de la compleja red de sometimiento de la mujer en el mundo islámico, pero su realidad era bien distinta a ese mundo soñado de sedas, inciensos y oropeles, erotizado hasta el extremo, que la fantasía literaria y pictórica romántica había puesto en pie. La imagen que nos ha llegado, por tanto, es la de un harén «sobredimensionado, concebido desde la alteridad y el imaginario colectivo occidental», en el que se entremezclaban lo real y lo imaginado«. (Catálogo de la exposición Odaliscas. De Ingres a Picasso, 2021. Patronato de la Alhambra y Generalife).
En definitiva, el Louvre esconde imágenes que nos sirven para reflexionar y darle una vuelta a los relatos establecidos. Lo revisitaremos algún día, para seguir ahondando en sus imágenes.
Y tú, ¿has visitado el Louvre? ¿Qué obra de arte te llamó más la atención?
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