Last and first men: una novela visual sobre el futuro post-humano
El efecto Last and First Men es similar al de una obra de teatro o una novela: la historia, el narrador y el escenario están dispuestos, pero la auténtica magia sucede, sobre todo, en la imaginación.
Las posibilidades del lenguaje cinematográfico vuelven a sorprender, ampliando las miras hacia un universo que Jóhann Jóhannson concibe de manera sostenidamente pausada, hasta el extremo, uno en el que puede esperarnos la nada más absoluta o un poético y cósmico relato sobre la historia de la humanidad.
Jóhann Jóhannson in extremis
Si por algo es conocido el compositor islandés es por haber concebido música para una variedad de medios, desde el teatro hasta el cine, Premio Óscar y Globo de Oro a la mejor banda sonora original incluidos.
En nuestra memoria siguen resonando las conmovedoras melodías de La Teoría del Todo (2014) y Arrival (2016) que marcaban ya la recta final de la carrera (y vida) de Jóhannson: éste nos despedía el 9 de febrero de 2018, a los 48 años.
Sin embargo, el aclamado autor nos ha dejado una obra póstuma como director y guionista en el largometraje Last and First Men (2020), habiendo pasado antes por el corto End of Summer (2017) donde asomaba ya la cabeza como precineasta… ¿o mejor deberíamos decir videoartista?
La cuestión es que Jóhannson, habiendo bebido ya del influjo de Kubrick, Marker y Tarr, nos presenta una obra (con un sentido de la épica semejante a Odisea en el espacio) donde las imágenes del brutalismo arquitectónico y los fragmentos de la novela de Olaf Stapledon en la voz en off de Tilda Swinton se disocian intencionalmente para que nosotros compongamos el conjunto.
El arte es largo, la vida breve
Sirviéndose de una rutilante fotografía, Sturla Brandth Grøvlen rescata las estructuras extrañas y futuristas al estilo “Spomenik” de Jan Kaempenaers, quien hubiera fotografiado ya, en la década de los 80, los imponentes monumentos de la vieja Yugoslavia comunista donde proliferaba el culto modero al hormigón.
La película recupera algunas reliquias, como el Monumento al Levantamiento de la Gente de Kordun y Banija (1979: Croacia), y las recorre dilatadamente, redescubriendo sus formas para otorgarles nuevos significados. Ruinas de un futuro post-humanidad donde se nos sugiere recapacitar sobre nuestra inconsistencia como especie, una que tan solo vive en un lapso de tiempo entre estrellas.
Horror Vacui
El tono marcadamente existencialista de Tilda Swinton nos sitúa en una atmósfera desoladora e inaudita: los seres humanos se han desprendido de su antropomorfismo, los actos simbólicos suplantan a las religiones; la especie es inimaginablemente longeva (se nos dice que la etapa de juventud dura aproximadamente mil años) y se comunica telepáticamente.
Pero, aunque a nosotros nos separan millones de años de ellos, Tilda nos demuestra lo sumamente dependientes que seguimos siendo de la matriz cósmica, quien nos dio la vida alguna vez, pero también quien nos la arrebatará llegado el momento (ATENCIÓN SPOILERS):
Así es como esta post-humanidad descubre su inevitable final, contra el que igualmente pugna, ya que el instinto natural del ser humano es sobrevivir a toda costa. Quizá por ello, Tilda, la última mujer post-humana, se dirige a nuestro pasado y nos explica los entresijos de su civilización, evitando así el horror que supone su desaparición, es decir, la nada.
Sin duda, Last and First Men es un ensayo notable y sutil que requiere de un público receptivo y preparado para 1h y 11 minutos de inabarcable poesía en blanco y negro.
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