El Tarot: historia y simbolismo
El Tarot es una de las prácticas más conocidas de la adivinación, una práctica acientífica tan antigua como las primeras religiones. Sin embargo, ¿Cuál es su origen y desarrollo histórico? ¿Y su simbolismo?
Historia temprana del Tarot
Partimos de un origen incierto por falta de fuentes documentales.
Por un lado, se cree que el Tarot proviene de la cultura árabe que entró en contacto con la Europa medieval del siglo XIII a través de la Ruta de la Seda. Dicha ruta de mercadeo pasaba por China, Persia y África, trayendo consigo el primer mazo de cartas a Occidente llamado “Mamluk”, de naturaleza islámica.
Por el otro, investigadores ocultistas y espirituales contemporáneos como Daniel Rodes y Encarna Sánchez (fundadores de la Escuela Internacional de Tarot de Marsella) especulan con que su origen auténtico radica entre la herejía cátara. Y otros, `por su parte, aseguran que su nacimiento surgió en el seno de la cultura gitana, quien, en su deambular por los distintos países europeos expandieron el Tarot como una práctica de adivinación.
Sin embargo, la referencia más antigua al tarot se sitúa en la corte de los marqueses de Ferrara en el año 1440, donde el tarot era un juego aristocrático. La baraja más antigua que se conserva, es decir, la primera muestra material que tenemos de un tarot, es la de Filippo María Visconti (duque de Milán, siglo XV) y se encuentra custodiada en la Biblioteca de la Universidad de Yale, en EE.UU. Recibe también el nombre de la “baraja Visconti-Sforza”, ya que la hija de Filipo, Bianca María, contrajo nupcias con el futuro duque de Milán, Francisco I Sforza, un famoso condotiero y formaban 3 mazos incompletos de 74, 67 y 48 cartas. El apellido Sforza además es popular por haber sido mecenas y protector de grandes artistas renacentistas, como el mismísimo Leonardo da Vinci.
El Tarot en la adivinación
Aunque sus orígenes no están claros, el Tarot sí que guarda una clara relación con la adivinación a partir del siglo XVIII en Europa.
Lo hace ligado a la francmasonería, concretamente a la figura de Antonie Court de Gébelin, un escritor, esotérico francés y antiguo pastor protestante que colgó los hábitos para sumirse en la investigación de la filosofía rosacruz, la masonería y la cábala hebrea. Gébelin intentó trazar un parangón entre el Tarot y la Cábala, así como una analogía con la mitología egipcia (concretamente sus dioses, quienes, según él, guardarían aspectos simbólicos y arquetípicos similares a los de las cartas).
Las famosas cartas del Tarot
Actualmente, el Tarot ha evolucionado hasta conformar 78 cartas divididas en Arcanos Mayores y Menores. Arcano es un término que proviene del latín “arcanum” que significa “misterio”, “oculto” o “secreto”.
Existen 22 Arcanos Mayores, los llamados Triunfos, y 56 Arcanos Menores. Los arcanos, en general, funcionan como imágenes altamente simbólicas, arquetípicas y cuya interpretación está estipulada previamente. Un dato curioso es que los mazos más antiguos no poseen ni número ni nombre (a diferencia de los actuales), por eso las cartas del Tarot no siguen un orden determinado.
Veamos en qué consisten desde el punto de vista simbólico, sin entrar a juzgar esta creencia irracional (recuerda que en ArteMision investigamos distintas creencias religiosas y espirituales para ver cómo operan, y te lo contamos de forma descriptiva).
Arcanos Mayores
Según la adivinación, son las cartas conectadas con el futuro a largo plazo y con una visión más panorámica de la vida. Los Arcanos Mayores tienen una lectura simbólica tanto positiva como negativa en función de la posición (derecha o invertida) con la que aparezcan. El Loco: los nuevos inicios, la espontaneidad, la inocencia y la extravagancia, También la inmadurez, el desequilibrio, la falta de reflexión y la superficialidad.
El Mago: el conocimiento, la originalidad, la iniciativa, inteligencia, autonomía y autoconfianza. También la falta de compromiso, el arribismo, la ineptitud, la estafa o la falta de voluntad.
La Sacerdotisa: la intuición, los misterios del mundo, la paciencia, el silencio interior, la reserva, la discreción, la sabiduría, meditación, modestia y piedad. También la soberbia, el rencor, las intenciones ocultas, la intolerancia y el fanatismo.
La Emperatriz: abundancia, riqueza, matrimonio, fecundidad, instrucción, elegancia, encanto, distinción. También frivolidad, vanidad, desdén, presunción, esterilidad.
El Emperador: poder, voluntad, liderazgo, firmeza, rigor, equidad. También obstinación, caída en desgracia, pérdida de poder, pérdida de bienes materiales.
El Hierofante: sabiduría, consejos, generosidad, indulgencia. También dogma, juicios sentenciosos, hipercrítica, falta de practicidad, ausencia espiritual, superstición, incoherencia.
Los Enamorados: elección, decisión, placer, balance, matrimonio, amor, armonía entre el interior y el exterior. También fracaso, divorcio, tentaciones sexuales, libertinaje, infidelidad, peleas conyugales e inestabilidad emocional.
El Carro o la Rueda de la Fortuna: cambios, triunfo, esperanza, conquista, superación, autocontrol, fuerza física y espiritual, viajes, velocidad. También descontrol, enfermedad, accidentes violentos, inconformismo.
La Justicia: equidad, armonía, integridad, moderación, balance en asuntos cotidianos como matrimonios, pugnas o divorcios. También injusticia, fanatismo, calumnias, desequilibrio.
El Ermitaño: introspección, retiro, prudencia, sabiduría, paciencia, silencio, avance espiritual, inspiración divina, balance y progreso. También inmadurez, vicios, insociabilidad, celibato, misoginia, enemigos ocultos.
La Rueda de la Fortuna: cambios, evolución, éxito. También retroceso o progreso retardado, resistencia al cambio.
La Fuerza: superación de obstáculos, voluntad, poder, energía, coraje, éxito. También testarudez, abuso de poder, impaciencia, temeridad, insensibilidad, grosería, dureza, crueldad.
El Colgado: cambio de perspectiva, discernimiento, pruebas vitales, iniciación, contemplación, pausa necesaria. También arrogancia, egoísmo, materialismo, fracaso, falta de límites, hipocresía, ausencia de sacrificio.
La Muerte: transformación completa, fin, renacimiento, evolución superior. También estancamiento, muerte, enfermedad crónica, matrimonio roto, desesperanza.
La Templanza: paciencia, moderación, adaptación, compostura, reflexión. También conflicto, peleas, falta de límites, desarreglos y posibilidad de naufragio.
El Diablo: seducción, experimentación sexual, esfuerzos extremos. También lujuria, apego feroz, debilidad, ceguera vital, ilusión.
La Torre: cambios repentinos, soltar el control, adaptabilidad, escape, libertad. También confusión, opresión, falsas acusaciones, accidente, fracaso, bancarrota, muerte súbita.
La Estrella: esperanza, ayuda inesperada, claridad de visión, espiritualidad, flexibilidad, dar y recibir amor, buena salud. También arrogancia, pesimismo, falta de fe, enfermedad, error de juicio, privación o abandono.
La Luna: intuición profunda, umbral, cambios, experimentación, desarrollo del potencial físico, recuerdos del pasado. También dudas, peligros no vistos, enemigos ocultos, inestabilidad emocional, embustes, histeria, desorientación, autoengaño, neurosis, secretos revelados, chantaje emocional.
El Sol: gloria, éxito, felicidad material, matrimonio, relación fructífera, optimismo y vitalidad. También arrogancia, vanidad, desorientación, banalidad, figuración.
El Juicio: cambio radical, revisión del pasado, discernimiento correcto, vida hecha, poder sobre la carrera laboral. También vacilación espiritual, enfermedad, decisiones equivocadas, divorcio, decisión postergada, error de juicio sobre otros o uno mismo.
El Mundo: completitud, integración, compensación, viaje, emigración, compraventa de tierras o viviendas, cambio de residencia. También obstáculos, estancamiento, idealización extrema, encierro, aislamiento o trabajo muy duro para alcanzar el éxito.
Arcanos Menores
Los Arcanos Menores están formados por 56 cartas dividas en 4 palos que simbolizan la estratificación social medieval: Bastos (los campesinos) Oros (los comerciantes) Copas (clero) y Espadas (nobleza).
Los ases están numerados del 1 al 10 en los que también aparecen personajes de la corte: Sota, Caballero, Rey y Reina.
Los Arcanos Menores pueden variar según el país en la medida en la que lo hacen los mazos: mientras que en España se componen por los ya citados 4 palos, en Francia por ejemplo serían piques, corazones, tréboles y diamantes.
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